Música y Gastronomía
ERAMOS AMANTES
Todos los cocineros que conozco son melómanos y todos los músicos que conozco o cocinan o comen con gusto. Me aventuro a decir que las razones de esta simbiosis subyacen en el ADN que comparten ambas profesiones, históricamente la música ha acompañado al banquete en matrimonio lógico. Éramos uno solo pero entonces inventamos primero la sala de conciertos y luego el restaurante e irónicamente ambos conceptos se encargaron de separar a estos dos amantes que venían bien.
Aun así, nos queda el recuerdo de tiempos de matrimonio y es así como los cocineros poseen una cantidad enorme de símiles musicales y muchas veces los menús se planifican como conciertos en tres movimientos, en los que se estudia con malicia que plato será el Allegro y cual sacará lágrimas de Adagio.
No sólo los cocineros le hacen este guiño a la amante antigua, los músicos también nos miran con nostalgia, esto me quedó aún más claro cuando entrevisté para mi programa de radio a Isabel Palacios, directora de la Camerata de Caracas. Me comentó en una entrevista que se transmite hoy a las 12 del mediodía a través de Onda FM, que trata de involucrar a sus alumnos con la cocina de Italia y de Francia para que entiendan mejor la música barroca de ambos países. La comida italiana es sencilla, con pocos elementos acomodados de manera magistral por respeto al producto, por el contrario, la francesa es de preparaciones largas, maceraciones y muchos ingredientes para llegar a un final perfecto, tal como la música barroca de ambos países. Me imagino que la música del pasado de América está cargada de sofrito.
LA RECONCILIACIÓN
España pareciera ser el país al que le correspondió generar las pautas en el ámbito gastronómico de esta última década y no exagero cuando digo que todos los cocineros estamos permanentemente viendo que sucede en la “movida” española, como si tratara de un libro de novedades de obligatoria consulta. Entre otras, una tendencia que se viene dando es la realización de espectáculos músico-gastronómicos y podemos citar solamente en los últimos tres meses el “Ciclo Lírico de Osuna” organizado por la asociación de hoteleros de Sevilla, el “Festival de Música Experimental de Barcelona” con maridajes de poesía, música y gastronomía y las “Jornada Europeas de Cultura Judía” de Segovia, también realizada con el matrimonio música-comida.
Hago esta larga introducción para contarles sobre el matrimonio que se nos avecina en la ciudad de Caracas.
EL MATRIMONIO
Del 23 al 30 de Septiembre se realizará en Caracas el “5to Festival de la Música del Pasado de América” organizado por la Camerata de Caracas en el Teatro Teresa Carreño y en los espacios de la Capilla de la Escuela de Enfermería. Para este evento se esperan 100 invitados de cinco países y durante ese tiempo nuestra capital estará literalmente tomada por las notas de sus voces y de sus violas da gamba. Simultáneamente, una serie de restaurantes de la ciudad tendrán un menú de degustación compuesto por platos tradicionales de Venezuela como país anfitrión y de Brasil, Perú, España y México como países invitados.
Como si se tratara de notas escapadas del instrumento del flautista de Hamelín, el poder del canto del pasado de América ha aglutinado restaurantes, teóricamente competencia los unos con los otros, en un solo concierto lúdico. Lo interesante es que aunque el menú será el mismo en todos los restaurantes, cada uno recreará los platos de acuerdo a las interpretaciones muy personales de cada cocinero. Nunca será igual la 5ta Sinfonía de Mahler dirigida por Simon Rattle que la misma sinfonía dirigida por Gustavo Dudamel.
EL FUTURO ES POSIBLE
Lo que me emociona de un evento de esta naturaleza es lo subyacente y sus posibles consecuencias. Cuando entes diversos de una ciudad son capaces de aglutinarse para concertadamente hacer un evento cultural, lo que siempre ha sido un conjunto desafinado de individuales voces bonitas que se solapan, se convierte en un gran grito armónico que mas temprano que tarde termina por resonar fuera de las fronteras. Solo es posible establecer estrategias y metas si se dan de manera orgánica alianzas, tal como comentaba en un artículo reciente acerca de la asociación de restaurantes merideños conocida como “Ruta del Paladar”, en estos casos más es más.
Inclusive mirado desde un lente estrictamente pragmático, hacerlo es un gran negocio. El prestigio que le genera a una ciudad su acerbo cultural y la venta de valores gastronómicos es quizás en este momento uno de los activos intangibles más poderosos de los países y cuando hablo de intangible no estoy usando eufemismos, estoy hablando de dinero. De ello hablan solas las interminables colas de turistas para entrar a la exposición del pintor renacentista Tiziano inaugurada esta semana en París o el hecho de que desde hace meses no es posible obtener una entrada para ver dirigir al venezolano Dudamel el “Don Giovanni” de Mozart en la Scala de Milán el próximo Octubre.
Es simple pero lapidario, la cultura vende. Y está solo en nosotros la decisión de querer montarnos en ese tren o verlo pasar con nostalgia
Todos los cocineros que conozco son melómanos y todos los músicos que conozco o cocinan o comen con gusto. Me aventuro a decir que las razones de esta simbiosis subyacen en el ADN que comparten ambas profesiones, históricamente la música ha acompañado al banquete en matrimonio lógico. Éramos uno solo pero entonces inventamos primero la sala de conciertos y luego el restaurante e irónicamente ambos conceptos se encargaron de separar a estos dos amantes que venían bien.
Aun así, nos queda el recuerdo de tiempos de matrimonio y es así como los cocineros poseen una cantidad enorme de símiles musicales y muchas veces los menús se planifican como conciertos en tres movimientos, en los que se estudia con malicia que plato será el Allegro y cual sacará lágrimas de Adagio.
No sólo los cocineros le hacen este guiño a la amante antigua, los músicos también nos miran con nostalgia, esto me quedó aún más claro cuando entrevisté para mi programa de radio a Isabel Palacios, directora de la Camerata de Caracas. Me comentó en una entrevista que se transmite hoy a las 12 del mediodía a través de Onda FM, que trata de involucrar a sus alumnos con la cocina de Italia y de Francia para que entiendan mejor la música barroca de ambos países. La comida italiana es sencilla, con pocos elementos acomodados de manera magistral por respeto al producto, por el contrario, la francesa es de preparaciones largas, maceraciones y muchos ingredientes para llegar a un final perfecto, tal como la música barroca de ambos países. Me imagino que la música del pasado de América está cargada de sofrito.
LA RECONCILIACIÓN
España pareciera ser el país al que le correspondió generar las pautas en el ámbito gastronómico de esta última década y no exagero cuando digo que todos los cocineros estamos permanentemente viendo que sucede en la “movida” española, como si tratara de un libro de novedades de obligatoria consulta. Entre otras, una tendencia que se viene dando es la realización de espectáculos músico-gastronómicos y podemos citar solamente en los últimos tres meses el “Ciclo Lírico de Osuna” organizado por la asociación de hoteleros de Sevilla, el “Festival de Música Experimental de Barcelona” con maridajes de poesía, música y gastronomía y las “Jornada Europeas de Cultura Judía” de Segovia, también realizada con el matrimonio música-comida.
Hago esta larga introducción para contarles sobre el matrimonio que se nos avecina en la ciudad de Caracas.
EL MATRIMONIO
Del 23 al 30 de Septiembre se realizará en Caracas el “5to Festival de la Música del Pasado de América” organizado por la Camerata de Caracas en el Teatro Teresa Carreño y en los espacios de la Capilla de la Escuela de Enfermería. Para este evento se esperan 100 invitados de cinco países y durante ese tiempo nuestra capital estará literalmente tomada por las notas de sus voces y de sus violas da gamba. Simultáneamente, una serie de restaurantes de la ciudad tendrán un menú de degustación compuesto por platos tradicionales de Venezuela como país anfitrión y de Brasil, Perú, España y México como países invitados.
Como si se tratara de notas escapadas del instrumento del flautista de Hamelín, el poder del canto del pasado de América ha aglutinado restaurantes, teóricamente competencia los unos con los otros, en un solo concierto lúdico. Lo interesante es que aunque el menú será el mismo en todos los restaurantes, cada uno recreará los platos de acuerdo a las interpretaciones muy personales de cada cocinero. Nunca será igual la 5ta Sinfonía de Mahler dirigida por Simon Rattle que la misma sinfonía dirigida por Gustavo Dudamel.
EL FUTURO ES POSIBLE
Lo que me emociona de un evento de esta naturaleza es lo subyacente y sus posibles consecuencias. Cuando entes diversos de una ciudad son capaces de aglutinarse para concertadamente hacer un evento cultural, lo que siempre ha sido un conjunto desafinado de individuales voces bonitas que se solapan, se convierte en un gran grito armónico que mas temprano que tarde termina por resonar fuera de las fronteras. Solo es posible establecer estrategias y metas si se dan de manera orgánica alianzas, tal como comentaba en un artículo reciente acerca de la asociación de restaurantes merideños conocida como “Ruta del Paladar”, en estos casos más es más.
Inclusive mirado desde un lente estrictamente pragmático, hacerlo es un gran negocio. El prestigio que le genera a una ciudad su acerbo cultural y la venta de valores gastronómicos es quizás en este momento uno de los activos intangibles más poderosos de los países y cuando hablo de intangible no estoy usando eufemismos, estoy hablando de dinero. De ello hablan solas las interminables colas de turistas para entrar a la exposición del pintor renacentista Tiziano inaugurada esta semana en París o el hecho de que desde hace meses no es posible obtener una entrada para ver dirigir al venezolano Dudamel el “Don Giovanni” de Mozart en la Scala de Milán el próximo Octubre.
Es simple pero lapidario, la cultura vende. Y está solo en nosotros la decisión de querer montarnos en ese tren o verlo pasar con nostalgia
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