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Mostrando entradas de 2015

400 UN EXTRAORDINARIA VIDA COMÚN

Soy hombre de rituales, manías y obsesiones. Tres aristas de un mismo triángulo en donde la rutina es importante, y quizás por eso diciembre es como un parque de diversiones para mi. Suspirar diciendo ya se acabó el año con fingida sorpresa, pensar que ahora si estoy cansado, contar los días para las vacaciones, comer la primera hallaca del año y decir ¡Ahora si empezó la navidad!, ver que llega la cuenta de la renovación del seguro médico, dejarme crecer la barba hasta enero, planificar regalos, prometer para el próximo año, jurar que no quiero fiesta y hacerla, darle rienda a la melancolía…Todo es parte de un guión predeterminado que necesito, atesoro y trato de cumplir con disciplina espartana cada año. Parte de esos rituales es resumir. Me gusta resumir. Para mi no existe diciembre sin mi listado de haberes y deberes, soy un nostálgico empedernido, uno de bolero y ron, y esa lista es savia decembrina. 2015 no me la puso fácil. Año difícil para todos, visto con cual

399 LA HISTORIA DE KEIITI Y RAÚL

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Keiiti Aki y Raúl Estévez, en el estado Mérida. Haga click sobre la imagen para ampliarla. I Mi padre, Raúl Estévez, geofísico y apureño para mas señas, fue fundador y jefe tanto del Departamento de Física como del Laboratorio de Geofísica de la Universidad de Los Andes. Eran los años de los sueños de construcción de una Venezuela potencia en investigación y tecnología, a finales de la década de los sesenta del siglo que pasó. A finales de los años ochenta también fundó la Escuela Latinoamericana de Geofísica, un centro maravilloso desde donde durante siete fructíferos años se pensó e investigó mucho sobre esta tierra inquieta que no deja de bailar. Mi padre quiso traer a Keiiti Aki, el geofísico más importante del planeta, para uno de los congresos de la Escuela. Era imposible pagarle honorarios, en caso de que los pidiera, así que mi papá (estratega excepcional) comenzó a averiguar qué le gustaba al afamado japonés. Y le dijeron que a Keiiti Aki le gustaba mirar pájaros.

La cena con ingredientes de emprendedores de la Isla de Margarita

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Convertir la gastronomía de un país (o de una región) en referente, pasa por la buena intención de querer lograrlo, pero pasa igualmente por entender que existe una metodología, un camino, unos pasos, que seguir para poder lograrlo. Ha sido mi obsesión los últimos años: aprender, formarme, para poder celebrar y celebrarnos desde lo que somos como cultura. Muchas veces he escrito sobre esos caminos metodológicos, y muchas veces he escrito que uno de los aliados principales son los frascos . ¿Como lograron, por ejemplo, las gastronomías de Japón o Italia ser tan populares en todo el mundo? Lo lograron porque se podía exportar gari, wasabi, nori y soya en el primer caso; y tomate enlatado, espaguetis y aceite de oliva en el segundo. Sin esos frascos esas cocinas hoy seguirían siendo desconocidas. Cuando un emprendedor popular venezolano desarrolla la fórmula para hacer una cesta de pan de año, un paté de raya, un potaje de granos congelado con nuestra sazón, un chor

Un jardinero que hace florecer cultura

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El de la foto es Alberto Ortega . Hace una semana estaba en Caracas porque era uno de los 22 finalistas de 550 a nivel nacional que se presentaron para el concurso IDEAS (el más importante en Venezuela en emprendimiento) y recibió una mención especial que fue premiado con un curso. Recientemente la editorial El Nacional bautizó El Libro del Pan de Año (de Alberto Ortega e Inés Ruíz) en la jornada de clausura de Margarita Gastronómica (saldrá a la venta el próximo año) y lo que sigue es el prólogo que escribí para el libro... y que explica bastante bien nuestra evolución. Estoy muy orgulloso de ese hermano que la vida me dio. ALBERTO ORTEGA En la sede de mi escuela de cocina en la Isla de Margarita, el Instituto Culinario y Turístico del Caribe, es Agosto de 2015 y acaba de iniciarse el cuarto concurso de recetas en el marco del Festival de Pan de Año. Una miembro de los cinco jurados que componen el comité evaluador le pregunta a la participante sobre las características

396 EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS

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Cuando llega la hora del discurso gastronómico entendido como uno de los pilares de la construcción de nuestra identidad, las abuelas cobran un protagonismo absoluto. La identidad está ligada a la tradición. Los ritos no se construyen de la noche a la mañana, de allí que sea lógico el nervio que exhibe la gente cuando es sometida a la angustiante posibilidad de algo moderno en la cocina. Vanagloriarse con las innovaciones gastronómicas para muchos es como si matáramos el legado de esas abuelas que pacientemente pasaron un testigo cultural con la esperanza de que no fuese mancillado. Y eso se instala en la psique colectiva como una visión de la cocina cargada de un romanticismo que a veces puede ser hasta empalagoso y caricaturesco: los cocineros son regordetes, bonachones y tienen bigote; los dueños de los restaurantes van cada mañana al mercado; un chef se suicida si un cliente importante no queda satisfecho o lo mata si le puso kétchup a la pasta. E incluso más allá: los cociner