CUANDO EL MAR ARROJA VALORES
La naturaleza de mi oficio me ha llevado a conocer una cantidad importante de productores pecuarios que lo hacen desde una base artesanal y sin el recurso tecnológico que permite una inversión monetaria importante. He sido testigo de excepción de la labor absolutamente agreste, a veces indomable, que deben afrontar para vendernos un kilogramo de carne, leche, huevo o queso. No existe un solo día en el que no deban recoger animales muertos o curar otros. Ni uno solo en el que no asistan a la magia de un alumbramiento o pasen por unas angustias tremendas porque el alimento se ha encarecido, al punto de volver irreal la rentabilidad. Los he visto tener que aprender de técnicas agrícolas para sembrar alimento y perder en un mes todo lo cosechado por plagas o por falta de agua. En algunos casos he visto que pierden 50 animalitos y con ello todas las ganancias que esperaban para ese año. Como pocas personas que conozco, viven diariamente encarando a la vida porque tienen a la muerte siempre...