#231 ENTRE CRÍTICOS TE VEAS
En el año 2002 se estrenó una película llamada S1møne, dirigida por Andrew Niccol y protagonizada por Al Pacino y Rachel Roberts. El argumento era simple: Un director de cine harto de tener que lidiar con los egos y desplantes de las grandes actrices, decide generar por computadora su propia, dócil y perfecta actriz de cine. Avasallado por el éxito rotundo de este descubrimiento actoral, que por razones obvias solo da entrevistas telefónicas o vía microonda desde un estudio secreto, y habiendo obtenido de ella lo que necesitaba, decide acabar con su carrera desprestigiándola. Es así como la reprograma para que en una entrevista S1møne afirme estar de acuerdo con casi todos los clásicos tabúes de la sociedad: zoofilia, racismo, apología del alcohol y hasta desaliñada aparece quien hasta ese momento ha sido perfecta ante las cámaras. Para sorpresa de su creador, al día siguiente de la polémica entrevista, que teóricamente debió haber sepultado la incipiente carrera de la actriz hecha de bits y números, su popularidad es mayor ¡A S1møne se le perdona lo que sea!
De haber sido escrita esta historia por Esopo, habría sido una fábula perfecta para mostrar con crudeza uno de los pesares del estrellato: Cada vez se hace más difícil saber el alcance verdadero del aplauso. La delgada línea entre el aplauso reverente ante un talento especial se desdibuja hasta confundirse con la alabanza por parte de quien está deslumbrado por una historia de éxitos.
Es en estos momentos en los que, quien se ha ganado la fama a fuerza de disciplina, talento pulido, olfato para entender sus tiempos y sobre todo mucho trabajo, necesita a su lado alguien que le "tire su cable a tierra" como hábilmente escribió el cantautor argentino Fito Páez. Ese ente crítico puede tener tres caras: La de quien tiene un nexo afectivo, la de quien vive de ser chismoso profesional y la de quien de manera aséptica posee la herramientas y el conocimiento para criticar. Para entenderlo mejor, imaginemos el caso de un cantante de ópera consagrado y elevado por las masas, que se retira al camerino luego de tres salidas al escenario ante una audiencia que de pié le ovacionó. Tanto él, como sus críticos, como un par que no se levantó a aplaudir, inofensivos entre la multitud delirante, saben que en un aria el tenor cometió un par de errores. El primer tipo de crítico le dirá "todo bien, aunque deberías descansar más". El segundo escribirá alguna sandez para un puñado de seguidores que comparten "su impecable manejo del sarcasmo"; y el tercero escribirá que hubo un error (falló en una nota), explicará porque sucedió (ha aceptado demasiados contratos y está engolosinado con la fama) y mostrará preocupación porque la caída de un ídolo puede ser también la de el arte de sus afectos. Este tercer crítico es fundamental tanto para el artista, como para la sociedad. Es un crítico profesional. Uno que de ser oído por el cantante de nuestro ejemplo, literalmente puede salvarle la carrera.
Aventuro la teoría de que por no haber querido escuchar los tambores críticos que se avecinaban, la cocina francesa perdió la supremacía que en buena lid le correspondió por más de una centuria en la escena gastronómica occidental, y a estas alturas es difícil negar que en el plano profesional (libros, clasificaciones, prestigio, premios, escuelas, turismo gastronómico) es España quien lleva la batuta (¡Algo sencillamente impensable apenas hace 15 años!); quizás el mayor reto al que se enfrenta la estrella ibérica es justamente lograr ver con objetividad hasta que punto sus logros descomunales lo son. Los artículos de periódico halagando y 20.000 comensales anuales, pueden llegar a ser un caballo de Troya que trae escondido dentro de si una poderosa lámpara que enceguece, impidiéndonos ver que vamos camino, eventualmente, al despeñadero. Sólo alguien que nos hable con fuerza suficiente y sobre todo credibilidad, es capaz de hacernos apartar la vista de las loas, y enfrentarnos a nuestros errores.
Creo que en Venezuela vamos con paso seguro y veloz hacia la consolidación de un movimiento gastronómico importante que logre insertarse en el plano profesional del continente, pero ha tocado conformarlo en tiempos en los que el oficio adquirió características de masificación pública y prestigio que antes le eran ajenos. Son estos los tiempos en los que se hace fundamental una crítica gastronómica especializada, que desee acompañarnos para hacernos notar a tiempo posibles deslices que nos alejen de lo que es un foco común. En los próximos años, cuando conozca un talento en ciernes con obvias posibilidades de estrellato y de representarnos le diré gustoso... "Entre críticos te veas"
De haber sido escrita esta historia por Esopo, habría sido una fábula perfecta para mostrar con crudeza uno de los pesares del estrellato: Cada vez se hace más difícil saber el alcance verdadero del aplauso. La delgada línea entre el aplauso reverente ante un talento especial se desdibuja hasta confundirse con la alabanza por parte de quien está deslumbrado por una historia de éxitos.
Es en estos momentos en los que, quien se ha ganado la fama a fuerza de disciplina, talento pulido, olfato para entender sus tiempos y sobre todo mucho trabajo, necesita a su lado alguien que le "tire su cable a tierra" como hábilmente escribió el cantautor argentino Fito Páez. Ese ente crítico puede tener tres caras: La de quien tiene un nexo afectivo, la de quien vive de ser chismoso profesional y la de quien de manera aséptica posee la herramientas y el conocimiento para criticar. Para entenderlo mejor, imaginemos el caso de un cantante de ópera consagrado y elevado por las masas, que se retira al camerino luego de tres salidas al escenario ante una audiencia que de pié le ovacionó. Tanto él, como sus críticos, como un par que no se levantó a aplaudir, inofensivos entre la multitud delirante, saben que en un aria el tenor cometió un par de errores. El primer tipo de crítico le dirá "todo bien, aunque deberías descansar más". El segundo escribirá alguna sandez para un puñado de seguidores que comparten "su impecable manejo del sarcasmo"; y el tercero escribirá que hubo un error (falló en una nota), explicará porque sucedió (ha aceptado demasiados contratos y está engolosinado con la fama) y mostrará preocupación porque la caída de un ídolo puede ser también la de el arte de sus afectos. Este tercer crítico es fundamental tanto para el artista, como para la sociedad. Es un crítico profesional. Uno que de ser oído por el cantante de nuestro ejemplo, literalmente puede salvarle la carrera.
Aventuro la teoría de que por no haber querido escuchar los tambores críticos que se avecinaban, la cocina francesa perdió la supremacía que en buena lid le correspondió por más de una centuria en la escena gastronómica occidental, y a estas alturas es difícil negar que en el plano profesional (libros, clasificaciones, prestigio, premios, escuelas, turismo gastronómico) es España quien lleva la batuta (¡Algo sencillamente impensable apenas hace 15 años!); quizás el mayor reto al que se enfrenta la estrella ibérica es justamente lograr ver con objetividad hasta que punto sus logros descomunales lo son. Los artículos de periódico halagando y 20.000 comensales anuales, pueden llegar a ser un caballo de Troya que trae escondido dentro de si una poderosa lámpara que enceguece, impidiéndonos ver que vamos camino, eventualmente, al despeñadero. Sólo alguien que nos hable con fuerza suficiente y sobre todo credibilidad, es capaz de hacernos apartar la vista de las loas, y enfrentarnos a nuestros errores.
Creo que en Venezuela vamos con paso seguro y veloz hacia la consolidación de un movimiento gastronómico importante que logre insertarse en el plano profesional del continente, pero ha tocado conformarlo en tiempos en los que el oficio adquirió características de masificación pública y prestigio que antes le eran ajenos. Son estos los tiempos en los que se hace fundamental una crítica gastronómica especializada, que desee acompañarnos para hacernos notar a tiempo posibles deslices que nos alejen de lo que es un foco común. En los próximos años, cuando conozca un talento en ciernes con obvias posibilidades de estrellato y de representarnos le diré gustoso... "Entre críticos te veas"
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