#263 CUANDO LA REVOLUCIÓN NOS ALCANCE

Es bonito cuando el engranaje de la historia comienza a rodar y en su andar va colectivizando los sueños particulares hasta volverse una fuerza imparable. Se trata del grito que años después los científicos del comportamiento humano resumen con la frase clamor popular. El mismo que puede perderse en el vacío si es tomado como bandera por oportunistas o el mismo que puede convertirse en histórico si, de la mano de dirigentes en sintonía con esas voces, termina por ser un proyecto de país que a la postre sea recordado como génesis de tiempos mejores.

En nuestra América hay un clamor claro y son muchos los que de manera orgánica se están uniendo para convertir a nuestros países en referencias gastronómicas a nivel mundial. Ha sido tan eficiente su trabajo que inclusive los políticos comienzan a voltear sorprendidos las miradas y a pensar en planes-nación influenciados por las posibilidades de lo inmaterial. No son tontos, saben que si no se montan en el tren de los valores culturales, igual el tren pasará por su lado.

Recientemente el periodista chileno Daniel Greve bautizaba lo que está sucediendo en Latinoamérica con el nombre de “la tercera revolución” (http://www.nirvino.cl/2011/11/02/la-tercera-revolucion), colocando el fenómeno a la par de dos referentes cismáticos como fueron La Nouvelle Cuisine francesa y la Gastronomía Molecular española. En efecto, ya son muchas las voces que dan cuenta del fenómeno, fundamentalmente deslumbrados por lo ya logrado en el Perú y por lo que probablemente sucederá en México en los próximos años. Aunque creo que es prematuro hablar de revolución gastronómica en el continente como hecho ya consolidado (al punto de ser recordado por futuras generaciones como hoy sucede con la Nouvelle Cuisine), no me quedan dudas de que se han puesto en movimiento los engranajes. El ejemplo peruano pareciera estar replicándose de manera simultánea en varios países y, de darse, el punto de inflexión será trascendental porque surge desde naciones que están enarbolando a la cocina como un vehículo de transformación social. Aparecen colectivos cada vez mas organizados, con planes concretos y enfocados de promoción de sus marca-país.

En todo caso, independientemente de la realidad particular de cada nación del continente, queda claro que no hay revolución gastronómica posible sin unión. Bastante bien lo puntualizó recientemente el Chef Massimo Bottura (http://www.osteriafrancescana.it), uno de los cocineros mas inteligentes, poéticos e importantes de la escena mundial, quien hablando en el marco del Festival Gourmet Internacional (http://festivalgourmetinternacional.com) recientemente realizado en la ciudad de Caracas, sabiamente puntualizó que el camino para que una gastronomía nacional sea reconocida por otros, pasa por cuatro aristas: Productores, tecnología, cocineros y comunicación. Aunque en algunos países los gobiernos han contribuido de manera importante en la inversión para apuntalar estos cuatro factores, en la gran mayoría se trata de iniciativas privadas de colectivos que lo hacen, bien por entender la necesidad estratégica de cooperativizar acciones, o por sentimiento nacionalista. Bastante tiempo y dinero han invertido productores en promocionar sus frascos (los mismos que luego exportarán nuestros sabores y saberes en las maletas de viajantes), así como en tecnología para industrializarlos. Los cocineros en promocionar el país cada vez que se presentan en congresos, invitando críticos gastronómicos a sus locales o logrando publicaciones; e inclusive los mismo comensales, dispuestos a reconocer el esfuerzo nacional y promocionarlo con orgullo. Pero todos esos esfuerzos de unión pueden ser casi clandestinos si no poseen resonancia periodística tanto nacional, como internacionalmente.

En el plano nacional es evidente que el trabajo se viene haciendo por tratarse de una fuente bien tratada, la pregunta que surge es ¿Cómo hacer para que lo que hacemos se conozca en el exterior?, y la respuesta nos llega desde países en donde la estrategia comunicacional se ha logrado con éxito: Nuevamente desde la unión. En la medida en que las voces individuales del periodismo se unan en gremios de periodismo gastronómico con el fin de promocionar procesos nacionales, siempre será más fácil financiamientos para acompañar delegaciones y, sobre todo, invitar colegas a los eventos puertas adentro. Como bien apuntó la periodista Sasha Correa: “La labor del periodista gastronómico es traducir metáforas. Servir de puente entre los sueños del cocinero y el apetito del comensal”

Tenemos material de sobra para ser reconocidos en Latinoamérica. El tren arrancó y es improbable que se detenga. La gran pregunta que debemos hacernos es ¿Cuándo la revolución nos alcance, como queremos que nos encuentre? ¿Dispersos? ¿Unidos?

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Excelente articulo sumito, y como dicen en la union esta la fuerza. Johan rendon

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