EL HORROR QUE SE AVECINA
Por milenios, el hombre ha guardado semillas como columna vertebral no sólo de su supervivencia, sino como alma de nuestra civilización. Son miles de años descartando aquellas que no sirven y haciendo cruces de plantas. Miles de años de experiencia, basada en pruebas en donde el ensayo y error generó una biodiversidad tremenda, porque de cada cruce nacía una nueva especie; por eso hablamos de cientos de especies de maíz tal como podemos hablar de diferentes razas de gatos.
Por generaciones los agricultores aprendieron cuando rotar las tierras y como controlar las plagas, mediante la siembra de especies vegetales diferentes que se controlaban entre si gracias a simbiosis ecológicas naturales. La domesticación del suelo fue uno de los grandes culpables del crecimiento demográfico mundial (hoy China tiene más población que toda la Tierra hace 150 años) y para alimentar a tanta gente había que tomar medidas si no queríamos darle la razón al agorero Malthus.
Quizás con muy buenas intenciones iniciales, a mediados del siglo XX nacía la Revolución Verde y con ella nació el concepto de monocultivo: Grandes extensiones sembradas con una misma especie vegetal, por ser esas semillas las que se habían investigado con fines de mejorar el rendimiento por hectárea. Una primera consecuencia de los monocultivos fue la paulatina pérdida de especies vegetales. En donde antes se plantaban varios tipos de manzano ahora se sembraba únicamente de un tipo… pero el concepto de monocultivo en realidad era un troyano que no mostraba aún su garra más feroz.
Semejante vacío ecológico fue rápidamente aprovechado por insectos y enfermedades que habían sido mantenidos a raya gracias a la diversidad de especies. La uniformidad genética es el ambiente ideal para el exterminio. Así cuando una enfermedad atacaba a un tipo de papa, quedaban otras especies de papas que no eran perjudicadas por ser diferentes. Ahora el ataque al único tipo de papa sembrada es sinónimo de hambruna. Comenzó un camino que de no tener retorno es apocalíptico.
¿Cuál es el problema? dijo el hombre del escritorio, ¡matemos esos bichos! Nacía la era de los insecticidas y de los herbicidas, lo que resultó eficiente por partida doble porque al modificarlos se pudieron usar como armas de guerra nerviosa. El mundo sembraba en monocultivos rociado con mucho DDT. Todo auguraba que ahora sí habíamos resuelto el problema del hambre. Buenas intenciones que escondían la perfidia.
Aparecieron bichitos más fuertes y con ellos más potentes venenos. En 1970 salía al mercado un poderoso herbicida que los agricultores empezaron a usar de manera masiva para limpiar terrenos y mantener a raya a los insectos, lo malo es que después de un tiempo a las semillas les costaba nacer.
¡No importa, para eso está la Genética!, pensó el hombre de la poderosa trasnacional; colocando la primera piedra del horror que se avecina.
La misma compañía que había generado el ciclo vicioso con los herbicidas que vendía, modificó genéticamente semillas para hacerlas resistentes a él y logró patentarla. Es lógico, investigar para el bien de la humanidad cuesta dinero. Un día descubrieron que los gusanos que comían maíz transgénico morían y en lugar de horrorizarse, decidieron que la semilla no solamente era alimento ¡si no además insecticida! … y la patentaron como tal. Esa trampa abrió la compuerta del mal: cualquier semilla de una planta nacida a su vez de una semilla vendida por ellos, posee la modificación genética y por lo tanto el agricultor, aunque no la haya comprado, debe pagar derechos. Por favor vuélvanlo a leer, es así de inaudito. Nuevamente un hombre pasa a ser dueño de la segunda generación de un ser vivo.
Misteriosamente en los últimos cinco años han comenzado a aparecer plantas con modificaciones genéticas en plantaciones cuyos agricultores juran que jamás han usado (ni comprado) semillas transgénicas. Todos han recibido cartas de los abogados de la compañía y muchos han enfrentados demandas. Ante ello muchos agricultores han optado por incinerar semillas guardadas por generaciones, por miedo a que estén “contaminadas” y han decidido comprarle semillas a la compañía en cuestión, para evitar demandas que los arruinen para siempre.
El negocio es bueno, esa compañía ha invertido en cinco años 8 mil millones de dólares en publicidad, compra de semilleros naturales y lobby político. Muchos de los agricultores inclusive han logrado probar que si una semilla cae de un camión que las trasporta y luego un insecto poliniza una planta no transgénica, nacen segundas generaciones con la modificación, ¿será por eso que en el último quinquenio se ha encontrado la modificación genética en plantaciones de Latinoamérica? Teóricamente si usted vive en Lara y una de sus plantas aparece con la modificación, podría ser demandado por La Corporación. Muchos campesinos han comenzado ha comprar semillas menos costosas gracias a los subsidios de los países de origen, ¿sabía usted que ninguna ley obliga a especificar orígenes transgénicos en la etiqueta de un producto?
Este Horror apenas comienza. El gobierno de un país de nuestro continente es en este momento co-dueño del ya desarrollado “Gen Suicida”. Al igual que las nuevas tecnologías para evitar copias de software, la idea es hacer semillas de las que nazcan plantas con semillas estériles.
¿Mi planta con Gen Suicida polinizó la suya señor agricultor de país pobre sin subsidios gubernamentales? ¿Cómo dijo, qué le están naciendo plantas estériles por
culpa de las mías? ¡No se angustie, yo siempre tendré semillas para venderle!
Un fanático ecologista comedor de productos orgánicos levanta una pancarta, desde la ventana de su oficina el dueño de la tierra lo ve con ternura. Él también fue hippie cuando era joven.
Por generaciones los agricultores aprendieron cuando rotar las tierras y como controlar las plagas, mediante la siembra de especies vegetales diferentes que se controlaban entre si gracias a simbiosis ecológicas naturales. La domesticación del suelo fue uno de los grandes culpables del crecimiento demográfico mundial (hoy China tiene más población que toda la Tierra hace 150 años) y para alimentar a tanta gente había que tomar medidas si no queríamos darle la razón al agorero Malthus.
Quizás con muy buenas intenciones iniciales, a mediados del siglo XX nacía la Revolución Verde y con ella nació el concepto de monocultivo: Grandes extensiones sembradas con una misma especie vegetal, por ser esas semillas las que se habían investigado con fines de mejorar el rendimiento por hectárea. Una primera consecuencia de los monocultivos fue la paulatina pérdida de especies vegetales. En donde antes se plantaban varios tipos de manzano ahora se sembraba únicamente de un tipo… pero el concepto de monocultivo en realidad era un troyano que no mostraba aún su garra más feroz.
Semejante vacío ecológico fue rápidamente aprovechado por insectos y enfermedades que habían sido mantenidos a raya gracias a la diversidad de especies. La uniformidad genética es el ambiente ideal para el exterminio. Así cuando una enfermedad atacaba a un tipo de papa, quedaban otras especies de papas que no eran perjudicadas por ser diferentes. Ahora el ataque al único tipo de papa sembrada es sinónimo de hambruna. Comenzó un camino que de no tener retorno es apocalíptico.
¿Cuál es el problema? dijo el hombre del escritorio, ¡matemos esos bichos! Nacía la era de los insecticidas y de los herbicidas, lo que resultó eficiente por partida doble porque al modificarlos se pudieron usar como armas de guerra nerviosa. El mundo sembraba en monocultivos rociado con mucho DDT. Todo auguraba que ahora sí habíamos resuelto el problema del hambre. Buenas intenciones que escondían la perfidia.
Aparecieron bichitos más fuertes y con ellos más potentes venenos. En 1970 salía al mercado un poderoso herbicida que los agricultores empezaron a usar de manera masiva para limpiar terrenos y mantener a raya a los insectos, lo malo es que después de un tiempo a las semillas les costaba nacer.
¡No importa, para eso está la Genética!, pensó el hombre de la poderosa trasnacional; colocando la primera piedra del horror que se avecina.
La misma compañía que había generado el ciclo vicioso con los herbicidas que vendía, modificó genéticamente semillas para hacerlas resistentes a él y logró patentarla. Es lógico, investigar para el bien de la humanidad cuesta dinero. Un día descubrieron que los gusanos que comían maíz transgénico morían y en lugar de horrorizarse, decidieron que la semilla no solamente era alimento ¡si no además insecticida! … y la patentaron como tal. Esa trampa abrió la compuerta del mal: cualquier semilla de una planta nacida a su vez de una semilla vendida por ellos, posee la modificación genética y por lo tanto el agricultor, aunque no la haya comprado, debe pagar derechos. Por favor vuélvanlo a leer, es así de inaudito. Nuevamente un hombre pasa a ser dueño de la segunda generación de un ser vivo.
Misteriosamente en los últimos cinco años han comenzado a aparecer plantas con modificaciones genéticas en plantaciones cuyos agricultores juran que jamás han usado (ni comprado) semillas transgénicas. Todos han recibido cartas de los abogados de la compañía y muchos han enfrentados demandas. Ante ello muchos agricultores han optado por incinerar semillas guardadas por generaciones, por miedo a que estén “contaminadas” y han decidido comprarle semillas a la compañía en cuestión, para evitar demandas que los arruinen para siempre.
El negocio es bueno, esa compañía ha invertido en cinco años 8 mil millones de dólares en publicidad, compra de semilleros naturales y lobby político. Muchos de los agricultores inclusive han logrado probar que si una semilla cae de un camión que las trasporta y luego un insecto poliniza una planta no transgénica, nacen segundas generaciones con la modificación, ¿será por eso que en el último quinquenio se ha encontrado la modificación genética en plantaciones de Latinoamérica? Teóricamente si usted vive en Lara y una de sus plantas aparece con la modificación, podría ser demandado por La Corporación. Muchos campesinos han comenzado ha comprar semillas menos costosas gracias a los subsidios de los países de origen, ¿sabía usted que ninguna ley obliga a especificar orígenes transgénicos en la etiqueta de un producto?
Este Horror apenas comienza. El gobierno de un país de nuestro continente es en este momento co-dueño del ya desarrollado “Gen Suicida”. Al igual que las nuevas tecnologías para evitar copias de software, la idea es hacer semillas de las que nazcan plantas con semillas estériles.
¿Mi planta con Gen Suicida polinizó la suya señor agricultor de país pobre sin subsidios gubernamentales? ¿Cómo dijo, qué le están naciendo plantas estériles por
culpa de las mías? ¡No se angustie, yo siempre tendré semillas para venderle!
Un fanático ecologista comedor de productos orgánicos levanta una pancarta, desde la ventana de su oficina el dueño de la tierra lo ve con ternura. Él también fue hippie cuando era joven.
Comentarios
Me permito aclarar q los herbicidas controlan malezas y los insecticidas claramente insectos, asi q es falso q un herbicida causara efecto alguno sobre insecto y tampoco sobre semillas porque el herbicida al que haces mencion actua inhibiendo la fotosintesis de las plantas (proceso q ocurre en las hojas, no semillas de las plantas)
El mejoramiento genetico lo inicio el hombre desde q dejó de ser nomada y comenzó a seleccionar aquellas plantas q mas se adaptaron a sus tierras domesticadas, esto dio paso al desarrollo de la humanidad y sin ser muy extensa nos permitió desarrollarnos como sociedad y generar conocimienientos y aplicarlos en pro de mejorar nuestra calidad de vida.
Lamentablemente la humanidad ha crecido y las areas cultivables son las mismas o menores, y los metodos clasicos de mejoramiento geneticos dieron paso a nuevas tecnologias agricolas, como son los organismos modificados geneticamente.
No fue que un gusano comió un transgenico y murió, lo ocurrido fue que se encontró la manera de introducir en las planta por vias mas expeditas genes de interes q confieren resistencia a herbicidas, insectos y condiciones de sequia. Asi como tambien confieren la capacidad de producir mas proteinas y/o vitaminas, caso Golden Rise, una variedad de arroz aporta mas vitamina A y es cultivado libremente en paises africanos para combatir los altos indices de ceguera infantil.
La compañia la cual mencionas y otras mas no solo invierten en lobby y publicidad, tambien lo hacen en Investigacion y a esos "semilleros" que te refieres no son mas que Bancos de germoplasma y al tienen acceso no solo las trasnacionales sino tambien cualquier investigador o instituto de investigacion del mundo con un simple tramite.
El lucro de las empresas esta en la venta del producto de su investigacion, si alguien no desea pagar por ella libremente puede sembrar cualquier otra variedad sin tecnologia pero querer beneficiarse de un producto que le ha costado a otro producirlo es pirateria, sino que lo digan los musicos o escritores. Entiendo se llama Propiedad intelectual y tu mismo al principio del articulo le haces mencion y recuerdas darte creditos en caso de citarte.
Confundes conceptos al hablar de contaminacion genetica, gen suicida, pago por segunda generacion.etc, te invito a que te documentes mas en cuanto a hibridos y variedad, de plantas autogamas (autopolinizadas como Soya) autogamas (polinizacion cruzada como Maiz).
No se trata de una cuestion de ideales o ser hippie? Ese agricultor que literalmente tira al suelo insumos, recursos, dinero, tiempo y esfuerzo con el fin de obtener un retorno para su sustento en quien provee de alimentos al mundo, actividad cada vez mas dificil y costosa lo que nos obliga a ser mams eficaces y eficientes.
Con propiedad te digo que los OGM son mas analizados y estudiados que los convencionales en cuanto a la seguridad, inocuidad e impacto ambiental. Los grandes productores de alimentos del mundo ya nos estan inundando nuestros mercados con el producto de la Biotecnologia (Brasil, Argentina, USA) y Paises europeos primeros en rechazarlos ya lo estan aceptando. No estoy diciendo que sea la panacea pero si ayudaran a seguir alimentando a este creciente en ciudadanos, mas no en hectareas, mundo.
Carolina Roa
No puedo estar de acuerdo con tu argumento (aunque obviamente publicaré tu comentario) porque las grandes corporaciones nos están llenando de argumentos como estos para justificar sus entuertos.
Casualmente ayer las tapas de los diarios de Francia abrían con la alarma ante un reciente estudio que prueba el daño del maíz transgénico y lo reseñó BBC.
Crean cigarros y dicen que es libertad de elección comprarlos porque ellos advierten el daño.
Es mentira que cada quien decide si compra o no maíz GM. No nos advierten, lo entregan bajo subsidio en países pobres para hacer sustitución y está más que documentado el tema de las demandas ante cruces genéticos con maíz sano.
Cada vez que alguien mete la pata y hay dinero de por medio, en lugar de retroceder, vende el argumento del mal necesario.
Estamos hablando de genética y es tan arrogante creer que sabemos controlar las consecuencia sobre varias generaciones no nacidas. El argumento de "El mejoramiento genético lo inicio el hombre desde que dejó de ser nómada" (que es un clásico de los departamentos de relaciones públicas de Monsanto) es una soberana tontería... Como lo es comprar la prueba-error de 1 millón de años de agricultura hecha en armonía, con las loqueras de un puñado de avariciosos.
El peor de todos los argumentos, por inmoral, es el de la inevitabilidad para poder alimentar a la población creciente. Es inmoral en un mundo que ya produce más comida de la que necesita, que la usa para alimentar animales y biodiesel, que bota a la basura (probadísimo) 1/3 de la comida y que... Tiene 1.200.000.000 millones de personas con hambre. Números que por cierto son de la FAO.
Abrazos,
Por otro lado, y como consecuencia de lo anterior, los agricultores locales no pueden seguir produciendo de la misma forma. Muchos de ellos abandonan sus cultivos y se van a las ciudades, dejando sus tierras para que luego venga un latifundista a sembrar OGMs.
En fin el tema toca todas las dimensiones, es un debate que hay que dar. En verdad te felicito por el artículo Sumito. Saludos.