#286 AGRICULTURA URBANA
"Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz un día, mata al cerdo.
Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate.
Si quieres ser feliz toda la vida, ten un huerto"
Proverbio chino
I
Ver la imagen satelital de Tokio (http://bit.ly/LTs1SS) es un ejercicio que encoge el corazón. La segunda ciudad más extensa de la tierra vista desde el espacio (hoy se considera a Manhattan, junto a su área metropolitana, como el área continuamente habitada mas grande del planeta), es literalmente un inmenso desierto de 7000 kilómetros cuadrados rodeado de verde. No es una excepción. Cada ciudad que hemos construido, obviamente se ha asentado en los lugares mas fértiles; pero irónicamente para poder construir una casa, necesitamos primero deforestar. Nos acostumbramos a pensar que un desierto vegetal es solo aquel que pintan de marrón claro en los mapas, y tiene preciosas dunas de arena. Pero visto desde la distancia objetiva, nuestras ciudades también lo son. Nuestros pocos parques no son mas que tímidos oasis en medio del concreto. Nuestras mascotas, apenas los últimos sobrevivientes de una diáspora que, obligada, huyó a bosques lejanos. Si sumamos el área de las 60 ciudades más extensas del planeta (http://bit.ly/7ninga), veremos que juntas ocupan una extensión de 139.820 Km2; pero los números suelen ser entes poco esclarecedores si no se establecen comparaciones: Hagamos el terrible ejercicio de imaginarnos que el occidente venezolano se convierte en un desierto en donde costosamente puede observarse vida vegetal. Es decir, cada milímetro de Mérida, Táchira, Trujillo, Zulia, Lara, Carabobo y Falcón, se convierten en eriales yermos. Cada uno de esos 142.150 Km2 convertidos en lugares en donde los pocos espacios verdes son oasis y apenas se ven animales morar. Tan sencillo como que para construir las 60 ciudades mas grandes (¡apenas 60!) del planeta, el hombre ha deforestado el equivalente a todo el occidente venezolano.
Toda comodidad posee un precio. Pareciera que el precio que estamos pagando por vivir en ciudades, es la extinción.
II
No es causal entonces el creciente movimiento mundial que aboga por conceptos compensatorios de desarrollo sustentable, como es el caso de los sistemas de Agricultura Urbana. Coloque justamente esas dos palabras en el buscador de imágenes de google (http://bit.ly/KcXMYO) y deléitese con cientos de fotos de ideas realmente geniales para poder sembrar en espacios reducidos urbanos. Algunas de esas ideas son totalmente domésticas como, por ejemplo, el proyecto de Alternativa Verde (http://alternativaverde.wordpress.com/category/huerta), y otras revolucionarias como el Hedrón (http://bit.ly/yqpmSH) para criar peces y cosechar vegetales en los techos de los edificios. Simplemente basta con empezar en internet la búsqueda de Huerta Urbana para iniciarse en uno de los actos mas trascendentales en términos ecológicos de los últimos tiempos: Volver a convertirnos en recolectores. Deslastrarnos del paradigma depredador.
Hemos hecho desmanes inimaginables en términos ecológicos, pero queremos revertirlo también. Ya hablamos de ecociudades (o ecópolis) como ejemplo de aquellas que se diseñan siguiendo patrones ambientales basados en el desarrollo sustentable, lo que a todas luces es un concepto que seguramente era impensable hace una centuria. Hay desde proyectos comunitarios en ciernes como los que vienen coordinándose en Venezuela (http://www.ciudadccs.info/?p=291949), hasta un ranking de las principales ciudades en donde se están estableciendo políticas para incentivar huertos urbanos, como puede verse en http://bit.ly/KhrYzI. Empezar es muy fácil y este artículo no es mas que una invitación. Solo hace falta un poco de tierra abonada y unas semillas. Al principio, quizás, la cosecha doméstica se limita a una hierba aromática en un matero y un puñado de ají dulce; pero antes de darnos cuenta, nos hemos enamorado de esas matas, y a la vuelta de la esquina termina esperándonos nuestro huerto.
Vivimos en un mundo en el que los hippies comienzan a ganar la batalla o, como bien me dijo vía tuiter, rebatiendo mi frase, @marisabelarte: “La agricultura ecológica no es tema de hippies sino de campesinos y de culturas en resistencia y lucha por un mundo diferente”. Dos visiones concordantes de un hecho mayor, probablemente nos encaminamos hacia un mundo mejor.
Proverbio chino
I
Ver la imagen satelital de Tokio (http://bit.ly/LTs1SS) es un ejercicio que encoge el corazón. La segunda ciudad más extensa de la tierra vista desde el espacio (hoy se considera a Manhattan, junto a su área metropolitana, como el área continuamente habitada mas grande del planeta), es literalmente un inmenso desierto de 7000 kilómetros cuadrados rodeado de verde. No es una excepción. Cada ciudad que hemos construido, obviamente se ha asentado en los lugares mas fértiles; pero irónicamente para poder construir una casa, necesitamos primero deforestar. Nos acostumbramos a pensar que un desierto vegetal es solo aquel que pintan de marrón claro en los mapas, y tiene preciosas dunas de arena. Pero visto desde la distancia objetiva, nuestras ciudades también lo son. Nuestros pocos parques no son mas que tímidos oasis en medio del concreto. Nuestras mascotas, apenas los últimos sobrevivientes de una diáspora que, obligada, huyó a bosques lejanos. Si sumamos el área de las 60 ciudades más extensas del planeta (http://bit.ly/7ninga), veremos que juntas ocupan una extensión de 139.820 Km2; pero los números suelen ser entes poco esclarecedores si no se establecen comparaciones: Hagamos el terrible ejercicio de imaginarnos que el occidente venezolano se convierte en un desierto en donde costosamente puede observarse vida vegetal. Es decir, cada milímetro de Mérida, Táchira, Trujillo, Zulia, Lara, Carabobo y Falcón, se convierten en eriales yermos. Cada uno de esos 142.150 Km2 convertidos en lugares en donde los pocos espacios verdes son oasis y apenas se ven animales morar. Tan sencillo como que para construir las 60 ciudades mas grandes (¡apenas 60!) del planeta, el hombre ha deforestado el equivalente a todo el occidente venezolano.
Toda comodidad posee un precio. Pareciera que el precio que estamos pagando por vivir en ciudades, es la extinción.
II
No es causal entonces el creciente movimiento mundial que aboga por conceptos compensatorios de desarrollo sustentable, como es el caso de los sistemas de Agricultura Urbana. Coloque justamente esas dos palabras en el buscador de imágenes de google (http://bit.ly/KcXMYO) y deléitese con cientos de fotos de ideas realmente geniales para poder sembrar en espacios reducidos urbanos. Algunas de esas ideas son totalmente domésticas como, por ejemplo, el proyecto de Alternativa Verde (http://alternativaverde.wordpress.com/category/huerta), y otras revolucionarias como el Hedrón (http://bit.ly/yqpmSH) para criar peces y cosechar vegetales en los techos de los edificios. Simplemente basta con empezar en internet la búsqueda de Huerta Urbana para iniciarse en uno de los actos mas trascendentales en términos ecológicos de los últimos tiempos: Volver a convertirnos en recolectores. Deslastrarnos del paradigma depredador.
Hemos hecho desmanes inimaginables en términos ecológicos, pero queremos revertirlo también. Ya hablamos de ecociudades (o ecópolis) como ejemplo de aquellas que se diseñan siguiendo patrones ambientales basados en el desarrollo sustentable, lo que a todas luces es un concepto que seguramente era impensable hace una centuria. Hay desde proyectos comunitarios en ciernes como los que vienen coordinándose en Venezuela (http://www.ciudadccs.info/?p=291949), hasta un ranking de las principales ciudades en donde se están estableciendo políticas para incentivar huertos urbanos, como puede verse en http://bit.ly/KhrYzI. Empezar es muy fácil y este artículo no es mas que una invitación. Solo hace falta un poco de tierra abonada y unas semillas. Al principio, quizás, la cosecha doméstica se limita a una hierba aromática en un matero y un puñado de ají dulce; pero antes de darnos cuenta, nos hemos enamorado de esas matas, y a la vuelta de la esquina termina esperándonos nuestro huerto.
Vivimos en un mundo en el que los hippies comienzan a ganar la batalla o, como bien me dijo vía tuiter, rebatiendo mi frase, @marisabelarte: “La agricultura ecológica no es tema de hippies sino de campesinos y de culturas en resistencia y lucha por un mundo diferente”. Dos visiones concordantes de un hecho mayor, probablemente nos encaminamos hacia un mundo mejor.
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