280 BUSCADORES ETERNOS DEL SANTO GRIAL

El gran logro de la medicina occidental es haber aprendido a reparar lo irreparable. El gran logro, por otra parte, de la medicina oriental es haber aprendido a no tener que reparar. A los primeros les debemos, sin lugar a dudas, que en promedio estemos viviendo mas años. A los segundos les debemos que los estemos viviendo con calidad de vida. Los primeros son capaces de revivir a un infartado. Los segundos evitan que alguna vez haya infartos. Los primeros consideran sana a una persona curada. Los segundos consideran sano a quien no se enferma. Los primeros aprendieron a entender cada parte minúscula de nuestro cuerpo hasta especializarse. Los segundos aprendieron a entendernos como un todo. Los primeros terminaron buscando como aliada a la química y a herramientas dignas de la era espacial. Los segundos decidieron mantenerse fieles a la gran maquinaria curativa de la naturaleza.

Mientras evolucionábamos desde la sopa de genes original hacia esta enorme complejidad llamada hombre moderno, solo teníamos de aliada a la naturaleza con su infinita riqueza. Somos sencillamente el resumen de aquellos que sobrevivieron. Quienes comían algo tóxico no vivían para contarlo. Quienes, por el contrario, comían por casualidad algo que les curaba, no solo vivían mas, sino que lograban procrear hijos que echaran el cuento. Vimos pasar las noches estrelladas de un millón de años y de oralidad en oralidad, de leyenda en leyenda, aprendimos a automedicarnos. Alimento se llamaba aquello que nos permitía evolucionar para disfrutar la creación.

Fuimos uno, pero occidente y oriente fueron tomando sus rumbos. Los primeros comenzaron a ver la comida como energía y le rindieron culto al dios de la caloría (y como veremos un poco mas adelante al de la estadística). Los segundos vieron a la comida como bálsamo y le rindieron culto al dios del omnipresente entorno.

Es irónico, pero todos los médicos occidentales al graduarse hacen un juramento de ética y cohesión gremial basado en palabras del griego Hipócrates, pero olvidan en esa letanía retórica, recitada a coro en cada aula magna, su frase mas notable: “Que tu alimento sea tu medicina, y que tu medicina sea tu alimento”. Y evidentemente algo sabía el padre la medicina occidental, si tomamos en cuenta que vivió casi cien años en tiempos (siglo V a.C) en que mas de 50 era ñapa.

El enfoque que fue tomando la relación cuerpo-alimento en occidente pasó de pensar en el alimento como cura, a alimento como veneno si este falta. Es decir, en lugar de plantear que debemos alimentarnos correctamente para no enfermarnos, siempre decimos que la falta de un alimento (o comer incorrectamente) nos enferma. Visto a vuelo rasante podría parecer que es exactamente lo mismo, pero si lo entendemos con cuidado, la primera línea de pensamiento lleva a ver al cuerpo como un todo y la segunda nos divide en mil pedacitos.

Basamos en occidente todo nuestro enfoque en resultados estadísticos. Descubrimos por ejemplo que hay pueblos menos propensos que otros a desarrollar cáncer de colon y con el manejo de esa base de datos, nuestras computadoras arrojan que la razón es que unos comen mas fibra que otros. De allí, la cadena tradicional del pensamiento científico occidental se avoca a la búsqueda de algún ingrediente con alto contenido en fibra, descubrimos que la linaza reúne las condiciones, y comienza el frenesí con la semilla en cuestión. No hay ninguna diferencia entre eso y tomarnos una pastilla salida de un laboratorio farmacéutico. Nos hemos convertido en eternos buscadores de panaceas. Seguimos siendo los mismos buscadores del Santo Grial y de la fuente de la eterna juventud. En lugar de entender que nos enfermamos porque sencillamente estamos llevando una forma de vida incompatible con nuestra genética, pretendemos conseguir alimentos milagrosos que nos permitan seguir desbocados sin consecuencias.

Tal como comentamos al principio de este artículo el conocimiento del cuerpo humano por parte de la medicina occidental es asombroso. Está claro que a fuerza de vegetales o de agujas de acupuntura no se repara una fractura de cadera; lo que no tenemos tan claro, es que esa fractura jamás debería suceder porque los huesos mal alimentados se han vuelto esponja.

Si somos el resultado eficiente y perfecto de una manera de vivir luego de cientos de miles de años de evolución y, sobre todo, de pruebas y errores, no tiene mucho sentido hacer un listado de lo que nos mata. Esos listados hace rato que nuestros ancestros los hicieron de forma intuitiva. Quizás, es hora de que los médicos occidentales aprendan a cocinar y con ello evitemos que el foco de la búsqueda sea llegar a viejos… y nos concentremos en llegar a viejos sanos.

Comentarios

Mónica Hoyos ha dicho que…
Querido Sumito, es un placer leerlo.
Anónimo ha dicho que…
Totalmente cierto amigo, somos lo que comemos, me llamo la atencion tu articulo realice un articulo similar sobre los (alimentos funcionales) muy bueno adelante!

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