#249 EN LA LONCHERA
Planificar un plato diferente para cada día. Planificarlo sabroso. Planificar que fuese correcto. En fin, planificar, era una tarea. Un trabajo. Así lo entendía y así lo asumía. Ese día licuó berenjena con ají dulce y pimentón. Con ese líquido remojo por un rato carne de soya y algo de afrecho de trigo hasta que se hidrataran, para luego mezclar el poco atractivo menjurje marrón con carne molida. Hizo albóndigas. Por experiencia había llegado al equilibrio perfecto entre vegetales licuados, carne de soya y carne verdadera, como para que sus hijos jamás descubrieran el timo. Mientras las doraba en un poco en aceite de oliva, aprovechó para licuar tomate y zanahoria y se los agregó a la olla. Cocinó con calma, disfrutando las bocanadas aromáticas que a ratos le llegaban. Mientras se hacían las bolitas con salsa de tomate que tanto le gustaban a sus hijos, hizo un puré de papas tradicional. Había leído, se había formado, y sabía perfectamente que si sus hijos iban a comerse la ma...