DEJEN DE ECHARME LA CULPA, QUE NO ES SÓLO MÍA




Somos muchos y lo fuimos muy rápido. Basta ver el gráfico de crecimiento demográfico para entender la magnitud. En este gráfico los últimos 50 años sólo pueden verse si pintamos una línea que se dispara, y 50 años son apenas un pellizco en la historia de la humanidad como para que de verdad sepamos que nos va a suceder en el corto plazo.

Los recursos con que contamos son los mismos que tenía un ancestro nuestro hace 300.000 años porque la tierra, salvo uno que otro meteorito que se le suma de vez en cuando, es de recursos finitos.

No sólo somos un montón más ahora, sino que nos volvimos ávidos consumidores. El autor Yuval Noah Harari afirma que en los últimos 500 años la humanidad se ha multiplicado por 14 pero nuestro consumo energético lo ha hecho por 115 y la producción por 240 https://practopian.org/quotes-by-author/yuval-noah-harari.html) y citándolo en su best seller Homo Deus afirma que: “En la Edad de Piedra, el humano medio tenía a su disposición 4.000 calorías de energía. Esto incluía no sólo alimento, sino también la energía invertida en preparar utensilios, ropa, arte y hogueras. En la actualidad, el estadounidense medio utiliza 228.000 calorías de energía al día, que alimenta no solo su estómago, sino también su auto, ordenador, televisor, frigorífico, etc.”

En mundo de recursos finitos no sólo somos muchos ahora, sino que a esos muchos nos dio por gastar mucho. Y donde hay gasto hay desperdicio.

Honestamente no sabemos hacia dónde vamos y si nos vamos a comer el planeta hasta ahogarnos en basura o saldremos de esta como siempre lo hemos logrado. Sólo sabemos algo: o cambiamos o nos freímos. Literalmente.

Hace 50 años si se hablaba de plástico acumulado, agua escasa o pérdida de comida, lo hacíamos como una probabilidad en medio de escenarios apocalípticos. Hoy son tres de los temas más importantes, cotidianos y controversiales que copan las noticias un día sí, un día no.

No hay mes que no supere al anterior en contaminación, agua que desaparece o kilos de comida desperdiciada. No hemos logrado hacer nada, al revés, pero es políticamente incorrecto tocar el tema, salvo para afirmar que somos parte del ejercito consciente que busca una solución.

No pretendo ser sarcástico. Hay que buscar una solución indudablemente. Sólo afirmo que aún no hemos empezado y todo el día afirmamos que sí.

Más grave aún. Quienes tienen la mayor cuota de responsabilidad y al mismo tiempo el poder para revertir las tendencias, han logrado con éxito convencer a quienes poco podemos hacer qué la culpa y la solución son ambas nuestras.

El caso del plástico es clarísimo para explicarlo. Nos están convenciendo que la contaminación es culpa nuestra porque no reciclamos suficiente y exigimos bolsas de plástico en el supermercado. Así que como castigo por nuestra pésima actitud nos indican que ya no habrá más bolsas (¿ha visto usted las berenjenas, los pepinos o las mandarinas peladas envueltas en plástico que le venden quiénes afirman que usted es el culpable?) y nosotros nos creemos que estamos salvando el planeta. En pocas palabras: la industria que sigue envolviendo todo, el supermercado que sigue exhibiendo todo envuelto en plástico y los gobiernos que apenas reciclan 9% de los 8.300.000.000.000 (ni siquiera sé cómo se dice un 8 seguido de 12 ceros) de kilos de plástico que se producen anualmente (ver: https://www.nationalgeographic.es/medio-ambiente/2017/07/el-91-por-ciento-del-plastico-que-fabricamos-no-se-recicla) no son los culpables. No, los culpables somos usted y yo. Los que nos llevamos la bolsita de plástico.

Muy conveniente.

El discurso es un poco más sutil cuando se trata de desperdicio de agua ¿Cuántas veces no se ha sentido único responsable- tanto de la pérdida como de la solución- del agua del mundo por tomar un baño largo? Nuevamente el discurso masivo detrás del “tome una ducha de tres minutos” va dirigido a culparnos, en lugar de cambiar la forma en la que los industriales consumen 90% de toda el agua que se usa. Sí, 90%. El dato es conocido hace rato (ver, por ejemplo: https://www.iagua.es/noticias/eva-gonzalez-herrero/15/07/27/agua-industria-crece-demanda-frente-recurso-mas-escaso), pero quien puso de manera magistral los puntos sobre las íes es el filósofo Derrick Jensen en su ensayo “Olvidemos las duchas cortas”. Una entrevista puede leerse en https://ciperchile.cl/2019/05/30/olvidemos-las-duchas-cortas/ y está en youtube (https://www.youtube.com/watch?v=m2TbrtCGbhQ), en donde critica la falta de resistencia política organizada.

La última moda es culparnos por botar comida (que sí lo hacemos) y esta vez la industria lo hace con un eufemismo semántico muy inteligente y muy perverso. Es difícil traducir correctamente al español la diferencia en “Food Lost” y “Food Waste” porque en ambos casos se usa para referirnos a desperdicio de comida y cuando se traduce al español se toman como sinónimos. Pero no lo son.
De por sí ya debe parecernos sospechoso que cuando la comida la bota un proceso industrial se llama Food Lost y cuando lo hace una persona en su casita es Food Waste, como podemos leer varias veces en este artículo: https://www.bbc.com/future/bespoke/follow-the-food/the-wasteful-fate-of-a-third-of-food/.

Hablar de Food Lost (la industria) es decir “se perdió la comida”. Es decir: no fue mi culpa. Se “perdió” porque tuve mucha producción. Se “perdió” porque hay malas vías y no llega a tiempo. Se “perdió” porque es inevitable en un bufet de hotel. Se “perdió” porque hay pocos camiones refrigerados. No es mi culpa, se perdió.

Hablar de Food Waste (nosotros) es afirmar que desperdiciamos, que lanzamos a propósito, que por nuestra culpa hay hambrientos.

Sólo coloco un dato, uno minúsculo, de cuánto es el “lost” inevitable de esos pobres mercaderes que no tienen más opción (sí, estoy siendo infantilmente irónico) y sólo comento que Dubai bota anualmente 3.500.000.000 $ en comida porque la sirve de más para mostrar opulencia. Mi cuenta da: a 15 dólares por día, con ese dinero podrían alimentarse 640.000 personas por un año comiendo desayuno, almuerzo y cena (nada más inmoral que un plato lleno de más, sabiendo de antemano que sobrará comida). Los datos los saqué de este artículo: https://edition.cnn.com/travel/article/dubai-brunch-food-waste-intl/index.html.

Nosotros, los de a pie, poco podemos hacer, pero debemos hacerlo. El que contribuyamos en apenas 10% de los desmanes en comparación a los industriales y los métodos de producción no nos exime de un dilema moral clarito: no tenemos derecho de volverle polvo la tierra a los que vendrán; pero también tenemos que levantarnos y exigirle a quienes sí pueden lograr cambios en vez de estar todo el día echándonos la culpa.

¿Creemos honestamente que debe haber menos plástico en el mundo? Pues no usemos bolsas plásticas y exijamos al supermercado que tampoco las use.

¿Creemos honestamente que no está bien desperdiciar agua? Pues tomemos duchas cortas y exijámosle a la industria de feedlot que deje de usar 15.000 litros de agua por cada kilo de carne que saca a la venta.

¿Creemos honestamente que en un mundo con hambrientos no es moral desperdiciar comida? Pues hagamos algo al respecto (ver mi artículo http://sumitoestevez.blogspot.com/2011/09/254-los-numeros-del-hambre-parte-iii.html) pero exijamos a McDonald´s que deje de botar las hamburguesas pre-preparadas que no pudo vender.

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