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Cuando se trata de preguntas para levantar estadísticas no hay una que sobre. De eso saben quienes llevan el negocio del beisbol profesional. Conclusiones tan aparentemente ridículas como que un jugador es más efectivo bateando contra lanzadores zurdos, si lo hace jugando de noche fuera de casa (en serio eso se mide), terminan por hacer que una franquicia deportiva sea infinitamente más eficiente a la hora de definir estrategias futuras. Es igual para cualquier empresa y es igual para el país. No es posible establecer políticas focalizadas y exitosas, si no entendemos los números del pasado. De allí que, por ejemplo, sea fundamental que se hagan (y contesten) todas las preguntas posibles y probables en un censo de población. En pocas palabras, lo que no se mide no se puede controlar, y lo que no se controla no se puede mejorar.
En lo que me atañe profesionalmente, las estadísticas que más añoro tener son aquellas relacionadas con aspectos nutricionales y especificidades gastronómicas del sector turístico. Es decir las que deben emanar desde los ministerios del poder popular para la alimentación y de turismo. De hecho, la Ley Orgánica de Turismo, específicamente en el artículo 25, acota que es su deber “Elaborar y mantener actualizadas las estadísticas de la oferta y la demanda turística en el territorio, con la cooperación de las autoridades municipales y del sector privado…” y en al artículo 9 promete: “Diseñar y mantener actualizado, de acuerdo a las pautas que al efecto establezca la autoridad competente, centros de datos estadales para recuperar, registrar, organizar, conservar y suministrar informaciones a organismos del sector público y a los particulares”. Es decir, es ley en este país medir y compartir esa información.
La estadísticas se están levantado, lo que si es aun tarea pendiente es compartirlas de manera cómoda. De la página del Instituto Nacional de Nutrición (http://www.inn.gob.ve) algo se puede bajar. Por ejemplo un documento sobre los factores condicionantes del sobrepeso en Venezuela, o el perfil nutricional del país para el 2011. En el caso de la página web de Corpotur de la isla de Margarita (http://www.corpoturmargarita.gob.ve) existe una sección de estadísticas en donde no aparece ruta de descarga de información, pero si un correo de contacto (estadisticas@corpoturmargarita.gob.ve) desde donde me enviaron un completo documento de casi 87 páginas.
Lo importante de tener estadísticas de casi cualquier cosa, es que cada investigador las puede cruzar y llegar a conclusiones específicas. Por ejemplo en el documento de Corpotur dice (el cruce de data es mío) que en Semana Santa de este año 59% de los visitantes fue soltero, 55% eran mujeres, 40% llegaron a viviendas familiares o de amigos y 30% eran estudiantes. Podrían parecer datos inconexos, pero permiten inferir que a las mujeres solteras la Isla les parece un destino seguro (¡gran dato!) y hasta da para pensar en un negocio de comida para llevar, que le resuelva las cenas a solteros no alojados en hoteles.
Ese mismo documento nos dice que de 40 playas listadas, 3 recibieron a 50% del turismo. Dice que apenas 13% afirmo visitar lugares pintorescos, pero de ellos 80% solo fue a los tres fortines y a la basílica de nuestra Señora del Valle; lo que da para soñar con políticas de gestión cultural que movilicen a los turistas en una Isla a la que, según el mismo documento, sólo 6% viene por compras y 80% por recreación.
Miles de preguntas surgen ¿Por qué los llaneros solo representan el 0,4% de los visitantes ¿Por qué apenas 0,1% visitó Macanao? ¿Si 50% se trasladó exclusivamente en taxi, no vale la pena entrenar a los choferes para que sean factores de promoción? ¿Por qué si la política crediticia social apunta hacia posadas familiares, apenas 9% se alojó en ellas? ¿Cómo lograr aumentar de 8% la presencia de personas con edad entre 45 y 55 años, sabiendo que es el grupo etario que más gasta?
De todas, la estadística que más me impresionó tiene que ver con mi rubro. El de los restaurantes. Se entrevistaron a 168 restaurantes de la Isla de Margarita y uno, léase bien, uno; afirmó que su cocina es Margariteña. Para llorar, salvo que veamos que 101 afirman ser restaurantes de Pescados y Mariscos, y 22 de Cocina Criolla. Estoy casi seguro que el grueso de esos 123 restaurantes poseen una oferta íntimamente ligada a la isla, bien sea desde recetario, como desde producto; solo que no saben que lo que hacen se llama Cocina Margariteña. Me pregunto ¿Qué contestarían restaurantes de autor en Caracas que cocinan con clara concepción de país (Amapola, El Comedor, Alto, etc.) ante la pregunta? ¿Dirán “yo cocino venezolano”?.
Tenemos una falla si los restaurantes no sienten que están cocinando margariteño (o venezolano, según el caso), pero gracias a esta lista tenemos también una gran oportunidad para convencerlos de que si lo hacen.

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