Cocina de calle
9:00 am: ¿Te provoca un cochino frito con cachapa?, le dice él a su esposa y ella sólo le pide tiempo para arreglarse. Tres horas después ambos llegan a un local a orilla de la carretera precedidos del embriagante olor de la fritura que se anticipa a los antojos que habrán de ser saciados. Quizás dramático pero no por ello improbable. Los venezolanos somos capaces de manejar tres horas de ida y las mismas de vuelta sólo para saciar el placer de un cochino frito, bien sea en un viaje de Mérida a Barinas o subiendo un domingo de tráfico infernal al Junquito. No nos falta razón, este más que un país, pareciera ser un enorme restaurante de calle con miles de cocineras y cocineros que poseen fórmulas blindadas imposibles de remedar en la academia del restaurante. Es cierto que el fenómeno no nos pertenece en exclusividad, pero descontando las superpobladas calles de Asia que huelen a curry y wok, es realmente impresionante la delantera que llevamos en ese aspecto dentro del contexto latino...