Barquisimeto

Barquisimeto es una Ciudad a la que le tengo particular cariño y la que desde pequeño he visitado en muchas ocasiones. Me gusta entre otras cosas porqué allí existe una especie de triángulo de las Bermudas que atrapa arte por doquier, no es casual que sea famosa por su cerámica, por sus tejidos, por sus vinos, por su música maravillosa y por su cocina. Hablar de Cocuy, lomo prensado, caraotas sublimes, queso de cabra, tunjitas, chivo ... es hablar con la boca hecha agua de Barquisimeto. Por otro lado allí está desde hace 10 años Francisco Abenante, padrino de mi hijo Pablo, dueño desde entonces del "Círculo Restaurante" y para mi uno de los mejores cocineros que ha dado esta tierra de gracia llamada Venezuela. Cuando me invitaron a dictar los seminarios allá, más que un placer asociado a mi trabajo, lo vi como un honor.

Llegamos el Viernes y fuimos recibidos en el aeropuerto por Andreína y Anabella, dueñas de Protimes Productions. La labor de ellas fue impecable y se encargaron que un evento tan grande y complicado terminara siendo un éxito. Nos consintieron todas las manías dirigieron a por lo menos 20 personas encargadas de producir todo.

De una vez fui a ver el lugar del evento, revisión de ingredientes y dejé a mis muchachos (José Joaquín Bolívar y Alvaro Adell) picando y preparando todo para el día siguiente. Almorzamos en un restaurante llamado Maná (comí un portobello grillado con escargots y una perca con vegetales) que resultó ser de quién había sido mi Maitre en Sumito Restaurante hace 10 años en Mérida y cenamos en un lugar muy agradable de tapas del mundo llamado Corbus y dirigido por un graduado del Culinary Institute of America.

El Sábado me levanté temprano y llegué al lugar a las 8 de la mañana. Todo el equipo de producción había trabajado sin parar el Viernes y estaban desde muy temprano. Vi que todo estuviera bien y luego vi de reojo la cola de gente que comenzaba a llegar y me quedé a solas con mi Compadre relajándome hasta las 9 de la mañana ... luego empezó el show.

Un set impecablemente montado daba de frente a 120 personas que habían pagado la entrada, yo estaba con micrófono incorporado, había una pantalla gigante, un cámara que me seguía y hacía acercamiento a mis manos, gente de seguridad .. ¡impresionante!. La energía de dar una clase así es muy difícil de describir, durante cuatro horas no puedes dejar de hablar (¡un silencio de cinco segundo es simplemente mortal!), no puedes dejar que la audiencia decaiga ... les aseguro que al terminar uno queda más cansado que cualquier cosa que haya hecho en mi vida, mil veces más que un servicio duro en un restaurante.

Salí de allí y me acosté a dormir en el Hotel, a las cinco de la tarde volví para el segundo show de cuatro horas. Fue una experiencia maravillosa pero la conclusión a la que llegamos es que no debemos volver a hacer dos un mismo día, sencillamente no hay cuerpo que lo aguante. Esa noche me fui a casa de mi Compadre y en un sofá dejé que su esposa Carmela me consintiera con prosciutos y quesos que como bálsamos servía.

Hoy cuando regresábamos en el avión hacia Caracas, era cómico vernos a J.J, Sylvia y Yo ... parecíamos masoquistas que con dolor esbozan una sonrisa silenciosa.