EL LIBRO MÁS BELLO DEL MUNDO



El 30 de Abril pasado un nutrido grupo de estudiantes de la Universidad Andrés Bello de Santiago de Chile hacían pacientes la fila, a la espera de que se abrieran las puertas de la Facultad de Arquitectura y Diseño. Una vez franqueadas, vivirían el raro privilegio de ser testigos de excepción del único objeto exhibido. Como si se tratara de la muestra del último espécimen mediático de un fósil encontrado por científicos de la nueva era, en un atril estaba el libro más bello del mundo. Específicamente, el más hermoso de 2008.

En un siglo XXI que comienza a rendirle culto –nuevamente- a la filosofía pragmática del XIX, enarbolando a modo de mantra palabras como éxito, supervivencia del más inteligente o macroeconomía; resulta profundamente esperanzador que se mantengan bastiones poéticos. En el caso que nos atañe en éste artículo, la fortificación se encuentra repartida en las ciudades alemanas de Frankfurt y Leipzig y los caballeros son unos señores de cabello cano que desde 1961 se sientan en la mesa de la Fundación Arte del Libro a sentir y oler cientos de libros enviados desde las editoriales del mundo. No exageramos al afirmar que en el mundo editorial, estamos ante la presencia de un premio equiparable al Nobel.

El libro más bello del mundo 2008 posee el título más bello del mundo: Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela. De él apenas se editaron 1000 ejemplares, fue escrito por Pedro Cunill Grau (geógrafo chileno con alma indeleblemente tatuada por la sensibilidad de nuestro país), editado por la Fundación Polar; y el diseño se le encargó al venezolano Álvaro Sotillo, a la postre ganador del premio.

Ganar la “Letra de Oro” (máxima distinción del concurso “Los libros más bellos del mundo” de la Fundación Arte del Libro de Leipzig) es un logro inmensurable, más sabiendo que el premio es una comisión expresa de la UNESCO. Nadie lo ha ganado más de una vez… salvo Álvaro Sotillo ¡que lo ha ganado tres veces!, dos de ellas gracias a libros de la Fundación Polar (lo hizo también con la edición de cuatro tomos de “El diccionario de la historia de Venezuela” en 1999). Si a este par le sumamos el hecho de que las impresionantes ilustraciones le fueron encargadas a Mercedes Madriz, venezolana especialista en ilustración científica, y que la impresión y encuadernación sucedió en Caracas desde las rotativas de Editorial ExLibris, estamos ante la presencia de uno de los más resonantes aciertos internacionales con genética venezolana pura.

Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela, son en realidad dos tomos que suman 528 páginas divididas en XXXV capítulos para la historia. No se necesita ser un experto para apreciar su belleza física, gracias a los detalles que son posibles apreciar con facilidad, como la tipografía, las notas a pié de página, las impresionantes ilustraciones, los márgenes, la manera de colocar el índice o la primera página de cada capítulo, la textura de cada página; y a los otros mil detalles que seguramente lograron apreciar los severos académicos alemanes, y que a los mortales sólo nos queda entender desde el reino de la intuición.

Una vez que pasa la embriaguez (inicial y perdurable) de la impresión de las primeras aperturas de los dos tomos. Una vez que dejamos de ceder a la sensualidad física de saborearlos, comienza a abrirse un reino aún más complejo: el reino de las ideas. Como muestra tomamos tres títulos: “La magnificencia del paraíso terrenal”, “La sensibilidad ante la talla y lo descomunal” o el capítulo “De la penuria alimentaria a los refinamientos de la sensibilidad culinaria”.

Geohistoria de la sensibilidad en Venezuela produce envidia. Es una obra realmente descomunal e impresiona que en una vida un autor logre semejante resumen de lo que somos como pueblo, narrando desde las mismas entrañas que nos formaron el soplo del que estamos constituidos.

El libro ya está en las bibliotecas y seguramente en la Fundación Polar habrá alguno para consulta. Búsquelo, sóbelo, huélalo, descubra que en el orillo exterior de cada página está impreso en letras minúsculas el número del capítulo en letras. Cuando haya pasado la pasión… ¡Léalo!

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