YO VOTO, TU VOTAS, NOSOTROS VOTAMOS
Provengo de una familia en donde la ideología política ha flotado de manera omnipresente por varias generaciones con coherencia asombrosa e imperturbable, hasta constituir un complejo entramado de códigos gregarios, que nos definen de manera impermeable en cada conversación de sobremesa. Quien eventualmente es testigo de esas tertulias, de no conocernos bien, no podría entender porque gritamos con semejante vehemencia si es evidente que estamos de acuerdo en todo. Y es verdad, estamos de acuerdo en todo. Los matices micrométricos que podamos esgrimir para ponerle sazón a nuestras conversaciones, jamás llegan a ser lo suficientemente dramáticos como para sacrificar los principios con que nos han amamantado.
Voté por primera vez a los 18 años y desde entonces no le he fallado a 5 elecciones presidenciales ni a todas las regionales o refrendarias. Cada vez que me siento a cenar con los míos, al igual que a ellos, nos acompaña el enorme poder moral que da la coherencia. En 25 años siempre voté y esta vez no será diferente. Iré a las urnas acompañado de un cuadrado cuyas cuatro aristas encierran el infinito mundo que nos define. En mi familia, por decirlo de alguna manera, tenemos una sencilla constitución con cuatro artículos. En mi familia, además, sabemos que es con el voto que expresamos nuestra voz de cenas y sueños de país.
Hoy, estamos juntos en esta fila de votación. Tu, ellos y sobre todo nosotros. Cada uno con sus entramados ideológicos y profundamente unidos en un punto medio: Todos tenemos la certeza de que quien no haya votado, hoy cree en caminos de poder contrarios a nuestros valores. Sobre todo… Ustedes, nosotros, él y yo, creemos que sólo a través del voto lo podemos expresar.
Voté por primera vez a los 18 años y desde entonces no le he fallado a 5 elecciones presidenciales ni a todas las regionales o refrendarias. Cada vez que me siento a cenar con los míos, al igual que a ellos, nos acompaña el enorme poder moral que da la coherencia. En 25 años siempre voté y esta vez no será diferente. Iré a las urnas acompañado de un cuadrado cuyas cuatro aristas encierran el infinito mundo que nos define. En mi familia, por decirlo de alguna manera, tenemos una sencilla constitución con cuatro artículos. En mi familia, además, sabemos que es con el voto que expresamos nuestra voz de cenas y sueños de país.
I
Creemos que la exclusión es un horror. Sencillamente no podemos entender que hayan ciudadanos de primera y de segunda. Gente con derechos y gente que no tenga acceso a ellos. La exclusión es un concepto íntimamente ligado a la oportunidad, que suele justificarse con la indigna justificación de “ellos son así porque quieren”. Como no creemos en ella, tampoco creemos que existan exclusiones grandes y exclusiones pequeñas. La exclusión no es concepto exclusivo para entender la situación de una mayoría desposeída. Lo es por igual para las minorías e inclusive para las individualidades. Considerar que una exclusión pequeña debe ser justificada por el bien de la lucha necesaria para revertir exclusiones históricas “grandes”, es comenzar a creer que aquello por lo que luchamos tiene matices. No creemos en la exclusión y punto. Así, en blanco y negro. Y con esa certeza de siempre voto hoy, porque poseo la certeza de que sólo a través de mi voto lo puedo expresar.II
Creemos que el juicio sumario es el resumen de todas las miserias. Que “disparar al aire… al aire de los pulmones” resume el horror. El juicio sumario nos eriza, por ello cada fibra nuestra se opone a él. Pero no creemos que haya juicio sumario grande y juicio sumario chico. Juicio sumario no es sólo sangre, gritos y derechos humanos. Es también “prueba que eres inocente, te estoy dando esa oportunidad” y al aceptarlo estamos ante la presencia de juicios sumarios chiquitos justificados por el bien mayor de un colectivo. Nuevamente los matices. Espantosos matices. No creemos en el juicio sumario y punto. Así, en blanco y negro. Y con esa certeza de siempre voto hoy, porque poseo la certeza de que sólo a través de mi voto lo puedo expresar.III
Para nosotros la justicia no es una ambigüedad. Entendemos que por el contrario, ésta es increíblemente fácil de implementar una vez que se juzga la ferocidad de la palabra discrecionalidad; entendiendo que esa palabra no se refiere exclusivamente a las mayorías a las que se les niega acceso a los tribunales por no tener poder. La justicia, una vez que se define el entramado de las leyes, es quizás el valor más objetivo de nuestra particular constitución de cuatro leyes. Por eso es que no podemos creer en justicia grande y justicia chica. En la justicia buena para unos y mala para otros. No creemos en la justicia discrecional y punto. Así, en blanco y negro. Y con esa certeza de siempre voto hoy, porque poseo la certeza de que sólo a través de mi voto lo puedo expresar.IV
Finalmente creemos, por sobre cualquier cosa, en la disensión como mecanismo social de contención. No creemos en disensiones válidas. Creemos en la disensión y punto. Así, en blanco y negro.Hoy, estamos juntos en esta fila de votación. Tu, ellos y sobre todo nosotros. Cada uno con sus entramados ideológicos y profundamente unidos en un punto medio: Todos tenemos la certeza de que quien no haya votado, hoy cree en caminos de poder contrarios a nuestros valores. Sobre todo… Ustedes, nosotros, él y yo, creemos que sólo a través del voto lo podemos expresar.
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