319 RECETAS CON CARNE DE ASNO Y DE CABALLO
El escándalo se inició a mediados de enero y ya para hoy amenaza con ser un tsunami económico que costará varios miles de millones de dólares ¡Nuestra carne está mezclada con carne de caballo! Prácticamente no hay país de Europa que no tenga que retirar salchichas, lasaña congelada o carne para hamburguesas. Por lo visto la carne de caballo no deja de aparecer y por lo visto, salvo los vegetarianos, como que toda Europa se ha comido su caballito en estos días.
Tiemblan las grandes compañías que usan carne molida en sus productos. La escandinava Ikea, la Suiza Nestlé, la norteamericana Mac. Donald´s. Justos pagando por pecadores. Todas las compañías en frenesí haciendo pruebas de ADN a sus productos para asegurarse de que sus productos están libres de genética equina. Peor aun, ya comienzan a conseguirse trazas de cerdo en productos que se supone son de carne de res y en Suráfrica acaban de retirar una carne que estaba mezclada con carne de burro. Esto apenas comienza.
El escándalo saltó en Inglaterra cuando se supo casi por casualidad (por una inspección de rutina en Irlanda) que la carne para hamburguesas congelada de la compañía Tesco (noticia en inglés: http://bbc.in/Uv69Bd) estaba “contaminada” con carne de caballo. Probablemente la razón por la que una falla del reglamento de sanidad que se sanciona con multa, pasó rápidamente a primera plana global, es el lugar en donde se inició la noticia. Por razones culturales el consumo de carne de caballo en el Reino Unido es un tabú, y la sola idea causa repulsión en la mayoría de los ingleses (tanto, como para nosotros sería comer los perros que comen en otros lugares), pero lo que resulta curioso es que esté afectando de forma tan profunda a países en los que la carne de caballo (y de asno) no solo es consumida regularmente, sino altamente apreciada.
La producción de carne de caballo es común en el mundo. Por ejemplo en la página http://bit.ly/Wit9Id pueden verse estadísticas de producción (con un sorpresivo segundo lugar mundial para México y cuarto para Argentina), y grandes recetas como el Slinzega que se hace en los alpes italianos se hacen con ella. Inclusive buscando con acuciosidad pueden encontrarse recetas con carne de burro, como por ejemplo la referencia a los chorizos con carne de asno que describe la página web http://bit.ly/13nXRkS, especializada en información sobre embutidos.
Siendo normal (salvo excepciones culturales o religiosas) el consumo de carne de caballo, obviamente el escándalo es por el engaño. La confianza es una fuerza poderosa (llamada credibilidad en publicidad) capaz de crear apego incondicional hacia marcas, y al mismo tiempo irreparable cuando se rompe. La imperturbable Europa que se construyó sobre los cimientos de leyes rígidas y un estado regulador, de repente se encuentra de frente con la realidad de la etiqueta engañosa y, lo que es peor, de forma masiva. El escándalo es la punta del iceberg de una realidad que hace rato vienen gritando en el desierto los colectivos de consumidores y los grupos ecologistas: hace rato los grandes capitales de las corporaciones del procesamiento masivo de alimentos, ganaron la batalla y lograron que las etiquetas de sus productos dijeran verdades a medias. ¿Si usted es diabético, no quisiera que el café tostado con azúcar (práctica muy común) lo dijera así? ¿Si usted desea criar a su bebé de la forma más natural posible, no quisiera que el salmón que compra dijera que fue tratado masivamente con antibióticos? ¿Si usted es judío, no quisiera que le dijeran que la salchicha de res posee también la prohibida carne de caballo? ¿Si usted es musulmán, no quisiera que le dijeran que su hamburguesa de la parrillita dominguera tiene cerdo? ¿Si usted es ecologista, no quisiera que le digan que lo que come fue hecho con granos modificados genéticamente? Hablamos de derecho a la información. Un derecho mermado porque las compañías saben que si dicen toda la verdad les bajan las ventas. La buena noticia es que probablemente esta desconfianza difícil de reparar ayude a uno de los sectores mas golpeados de la globalización, como son los pequeños productores. Esos que tienen siglos haciendo lo mismo de forma artesanal, sin omitir verdades y en baja escala.
En un mundo global en donde la gran maquinaria de ensamblaje que es una fábrica de comida procesada no sabe el origen de cada una de las partes que usa y depende de cientos de cadenas de confianza, que llegáramos a esta situación era predecible. Aunque por el momento se trata de un negocio de reparación de confianza que tendrán que resolver compañías y gobiernos, a los cocineros nos toca poner las bardas en remojo. Que no se nos olvide que nos debemos a unos clientes y que mero es mero si se compró como mero, y empanada de cazón es de cazón solo cuando se hace con cazón.
Tiemblan las grandes compañías que usan carne molida en sus productos. La escandinava Ikea, la Suiza Nestlé, la norteamericana Mac. Donald´s. Justos pagando por pecadores. Todas las compañías en frenesí haciendo pruebas de ADN a sus productos para asegurarse de que sus productos están libres de genética equina. Peor aun, ya comienzan a conseguirse trazas de cerdo en productos que se supone son de carne de res y en Suráfrica acaban de retirar una carne que estaba mezclada con carne de burro. Esto apenas comienza.
El escándalo saltó en Inglaterra cuando se supo casi por casualidad (por una inspección de rutina en Irlanda) que la carne para hamburguesas congelada de la compañía Tesco (noticia en inglés: http://bbc.in/Uv69Bd) estaba “contaminada” con carne de caballo. Probablemente la razón por la que una falla del reglamento de sanidad que se sanciona con multa, pasó rápidamente a primera plana global, es el lugar en donde se inició la noticia. Por razones culturales el consumo de carne de caballo en el Reino Unido es un tabú, y la sola idea causa repulsión en la mayoría de los ingleses (tanto, como para nosotros sería comer los perros que comen en otros lugares), pero lo que resulta curioso es que esté afectando de forma tan profunda a países en los que la carne de caballo (y de asno) no solo es consumida regularmente, sino altamente apreciada.
La producción de carne de caballo es común en el mundo. Por ejemplo en la página http://bit.ly/Wit9Id pueden verse estadísticas de producción (con un sorpresivo segundo lugar mundial para México y cuarto para Argentina), y grandes recetas como el Slinzega que se hace en los alpes italianos se hacen con ella. Inclusive buscando con acuciosidad pueden encontrarse recetas con carne de burro, como por ejemplo la referencia a los chorizos con carne de asno que describe la página web http://bit.ly/13nXRkS, especializada en información sobre embutidos.
Siendo normal (salvo excepciones culturales o religiosas) el consumo de carne de caballo, obviamente el escándalo es por el engaño. La confianza es una fuerza poderosa (llamada credibilidad en publicidad) capaz de crear apego incondicional hacia marcas, y al mismo tiempo irreparable cuando se rompe. La imperturbable Europa que se construyó sobre los cimientos de leyes rígidas y un estado regulador, de repente se encuentra de frente con la realidad de la etiqueta engañosa y, lo que es peor, de forma masiva. El escándalo es la punta del iceberg de una realidad que hace rato vienen gritando en el desierto los colectivos de consumidores y los grupos ecologistas: hace rato los grandes capitales de las corporaciones del procesamiento masivo de alimentos, ganaron la batalla y lograron que las etiquetas de sus productos dijeran verdades a medias. ¿Si usted es diabético, no quisiera que el café tostado con azúcar (práctica muy común) lo dijera así? ¿Si usted desea criar a su bebé de la forma más natural posible, no quisiera que el salmón que compra dijera que fue tratado masivamente con antibióticos? ¿Si usted es judío, no quisiera que le dijeran que la salchicha de res posee también la prohibida carne de caballo? ¿Si usted es musulmán, no quisiera que le dijeran que su hamburguesa de la parrillita dominguera tiene cerdo? ¿Si usted es ecologista, no quisiera que le digan que lo que come fue hecho con granos modificados genéticamente? Hablamos de derecho a la información. Un derecho mermado porque las compañías saben que si dicen toda la verdad les bajan las ventas. La buena noticia es que probablemente esta desconfianza difícil de reparar ayude a uno de los sectores mas golpeados de la globalización, como son los pequeños productores. Esos que tienen siglos haciendo lo mismo de forma artesanal, sin omitir verdades y en baja escala.
En un mundo global en donde la gran maquinaria de ensamblaje que es una fábrica de comida procesada no sabe el origen de cada una de las partes que usa y depende de cientos de cadenas de confianza, que llegáramos a esta situación era predecible. Aunque por el momento se trata de un negocio de reparación de confianza que tendrán que resolver compañías y gobiernos, a los cocineros nos toca poner las bardas en remojo. Que no se nos olvide que nos debemos a unos clientes y que mero es mero si se compró como mero, y empanada de cazón es de cazón solo cuando se hace con cazón.
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