Columnista

Desde el Domingo pasado tengo en el DIARIO EL NACIONAL una columna gastronómica lo que me tiene muy (pero muy) emocionado. Lo que les coloco a continuación es el artículo de la semana pasada.

SOY OPTIMISTA

He tenido la suerte de ser testigo de excepción de los últimos 15 años de evolución gastronómica en Venezuela. Cuando comencé a cocinar, sin saberlo era copartícipe del final de lo que ahora hemos dado por llamar la vieja guardia francesa en Venezuela representada por grandes como Robert Provost o Pierre Blanchard… la misma que nos formó el gusto por lo bueno y lo perfecto. Pero también fui testigo del comienzo de una cultura gastronómica tremendamente venezolana, de eso se tratan los punto de inflexión. Se dio por casualidad pero fue una casualidad bendita. Nos devaluaron y sólo podían pagarnos a los venezolanos. Nos devaluaron y la trufa pasó a ser entelequia. Nos devaluaron y en nuestras cocinas apareció por primera vez el aroma de nuestras infancias y el mercado de Quinta Crespo.

Es verdad que mucho se viene discutiendo últimamente acerca de cocina venezolana y las tres preguntas del millón: ¿Existe?, ¿Debemos llamar venezolano a un plato nuevo inventado o a uno tradicional?, ¿Se puede hablar de un movimiento gastronómico venezolano a la manera de España?.

Difícil saberlo en lo que son los albores de una manera de ver nuestra identidad, pero ya es bastante impresionante que nos planteemos esas preguntas. Es muy posible, es más, estoy seguro, que se trate todavía de una simiente. Pero el que haya pensadores planteándose preguntas, el que recientes libros como “Memorias del Fogón” de Rubén Osorio Canales sean best sellers, o el que cada diario tenga un columnista gastronómico de la talla de un Armando Scannone, un Alberto Soria o un José Rafael Lovera ya habla mucho de un cambio radical.

En particular soy muy optimista ayudado por la manera en como se vienen dando las cosas porque es innegable que la restauración (vista como un arte-oficio-negocio) y en general todo lo que tiene que ver con gastronomía (producción, mercadeo, etc.) se alimenta de los que trascienden y siempre va hacia delante ya que en toda operación existen casos en los que se da un salto que genera de manera automática un nuevo estándar y a partir de allí todas las nuevas operaciones (de vida, de negocio, de pareja, de servicio, etc.) que se inventen se hacen con estas nuevas reglas no escritas. Por ejemplo en el caso de los restaurantes uno agradece mucho cuando sucede eso porque generalmente a nivel gastronómico las ciudades siempre van subiendo de calidad.

Esos nuevos estándares pueden ser por muchas razones como por ejemplo una nueva manera de respetar a los cocineros, una nueva forma de cobrar, un cambio dramático en la manera de diseñar un lugar, el uso de alguna forma de tecnología nueva o un cambio en la manera de producir un ingrediente .... a veces ... alguien lo logra casi todo en un mismo sitio y es en ese momento que se marca un hito y se logra finalmente la esquiva trascendencia.

Con esta columna sólo deseo eso, ir mostrándoles cada una de esas sencillas cosas que sumadas comienzan a volverse trascendentes a nivel gastronómico en Venezuela porque como esbocé al principio, pertenezco a ese clan mayoritario de optimistas que solapado mantiene un silencio obstinado y en eso no soy original.

Sumemos a esto el relanzamiento que está por venir, el cuidado de los productos que hacemos en búsqueda de perfección y el nacimiento de una generación de cocineros altamente especializados y es obvio que debo ser optimista. Soy, al igual que ustedes, parte del nacimiento de una nueva identidad gastronómica, ahora que hemos decidido tomar el testigo que nos dejó la generación anterior en una carrera de obstáculos que se corrió muy bien.

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