SAN CARLOS DE BARILOCHE



¡Méridaaaaaa! Gritan con afinación perfecta 26 niños cuando la maestra les pregunta por el lugar de Venezuela que tiene nieve. Los mira con satisfacción y continúa la retahíla de lugares naturales dignos de admiración que posee nuestro país. Venezuela es un lugar amado por Dios, posee montañas, nieve, desiertos, bosques, selvas, cataratas inmensas y las playas más hermosas del universo. Así me entrenaron. Eso fue lo que me explicaron cuando yo era uno de esos niños en la primaria merideña. Para probarlo quedaron los espectaculares afiches de turismo que adornan nuestras embajadas con el estribillo de “el mejor secreto guardado del Caribe” o los pasillos del metro de Caracas.

II
San Carlos de Bariloche es la ciudad principal del departamento de Bariloche en la provincia de Río Negro en Argentina. Es uno de los diez lugares más hermosos que he visto en mi vida. Se trata de un pequeño poblado de 100.000 habitantes a orillas del inmenso lago Nahuel Huapi, adosado a la base del inicio de la Cordillera de los Andes (del final diría un merideño) que se levanta luego de traspasar los fabulosos bosques andinos patagónicos. Alguna vez la zona fue territorio de los indios Mapuches, esclavizados por españoles y exterminados con pericia por los propios argentinos en la infame “Campaña del Desierto”, seis décadas después de declarada la independencia. De ellos y su cultura quedan sólo los nombres de lagos y montañas para lavar consciencias.

Es zona de cuatro estaciones marcadas. Dado que el azar del movimiento de las placas tectónicas terminó por acumular al grueso del territorio de nuestro planeta en el hemisferio norte; Argentina, junto a Chile y Nueva Zelanda, posee el grato privilegio de poder brindarle a los turistas amantes de los deportes invernales, copiosas nevadas en el período de junio a septiembre.

De acuerdo a estadísticas de la Secretaria de Turismo de la Nación (INDEC), sólo durante el mes de mayo entraron a Argentina 355.332 turistas, de los cuales 25,4 % escogieron a la Patagonia como destino… Es decir, en un mes San Carlos de Bariloche recibió tantos turistas como habitantes tiene. Números que cobran un matiz estratégico si, usando estadísticas del mismo instituto, entendemos que en el mes en cuestión esas personas vaciaron sus bolsillos y le dejaron a la Argentina la nada despreciable suma de 173 millones de dólares, cifra que equivale a un aumento de 33,7 % respecto al mismo mes del año anterior.

Hablar de aumento en cifras netas o porcentuales de turismo pasa necesariamente por el hecho de que muchos turistas regresen a sus países de origen y le cuenten a sus amigos que sus vacaciones han superado sus expectativas. Lograrlo no sólo depende de lugares hermosos y privilegios divinos, en una industria en la que el paisaje es el factor de menos peso en la feroz fórmula de la calidad-precio que intuitivamente calcula un viajante cuando resume factores como alojamiento, transporte, servicio, comida, diversión, facilidades para niños, consciencia colectiva de los pobladores del valor estratégico de un intangible que alimentará a su familias y sobre todo seguridad. Lograr que tantos factores encajen en un rompecabezas ideal y lograr que una horda proporcionalmente inmensa de turistas no terminen por convertirse en langostas que como octava plaga arrasen todo a su paso, es posible únicamente si el manejo de la industria está regulado y en manos de profesionales.

Bariloche es hermoso, no hay duda, pero es uno de los diez lugares más hermosos que he visto en mi vida porque allí mis hijos y yo fuimos felices y sus risas quedarán tatuadas en mi piel.

III
¡Coroooo! Gritan ahora los niños y se imaginan escenas vistas en películas en donde chicos ríen al vaivén de camellos mientras su padres ven una puesta de sol y planifican en mapas cual será la playa que visitarán al día siguiente, aunque las decisiones finales las tomarán en la posada una vez que visiten la página web oficial del estado.

Poseemos lugares increíbles, nadie duda que tenemos dinero y basta entrar a la muy completa página de MINTUR (www.mintur.gob.ve) para entender que las políticas son muy claras, pero nos hemos olvidado que luego del entramado teórico llega la hora de la gestión. Poseer un recurso y no gestionarlo, bajo la lámpara del turismo, es no tenerlo.

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