PASEANDO EL SILENCIO

 

Yo no he visto a nadie nadar como a Sylvia. Entra al mar y se va con brazadas lentas, sincrónicas y gráciles. Hay mucha elegancia en ella cuando lo hace. Luego se va, se va, se va, desaparece. Los primeros años de nuestro matrimonio yo fingía desdén, despreocupación, parado en la orilla mientras la veía perderse. Aterrado. Pensando que no sabría encontrarla. Bastaba un mínimo descuido mio, una mirada furtiva, apenas unos grados equivocados, como para que al regresar la mirada hubiese perdido el seguimiento de su ya minúscula cabeza. Allí la perdía hasta que una hora después volvía más silenciosa de cómo había partido. Ya me acostumbré y he aprendido a relajarme y hasta leer mientras ella se va. Se va.


Yo camino. Mucho menos que cuando era joven, pero camino. Cuando camino siempre lo hago lento y casi siempre solo. De joven me iba con amigos y una caminata en la montaña podía ir de un día a varios. Ahora son paseos. Cuando comienzo a caminar siempre termino muchos kilómetros mas lejos de lo que era el plan. Aunque en realidad casi nunca hay plan. Camino y ya. Lo hago hasta que calculo que es mejor regresar. Que ya no sabré regresar si sigo o que la noche me puede atrapar. Una vez que comienzo, si la subida no es fuerte, puedo hacerlo por muchas horas. No por condición física sino porque no me doy cuenta que tengo ese rato caminando. Siempre le digo a Sylvia cuál camino agarraré. Al principio podía sentir que se ponía nerviosa, ahora cuando regreso está relajada y yo vuelvo más silencioso de lo que me fui. Seguramente ya se acostumbró.


Hace 20 años y algo nos encontramos dos muy silenciosos. En nuestra casa somos nosotros dos porque ya hace 8 años que se fue de casa la última de las niñas que vivía con nosotros. Es una casa bastante silenciosa. Me gusta saber que cuando ambos estamos en silencio ella me nada y yo la camino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Y TÚ MIGRASTE PARA TERMINAR LAVANDO POCETAS?

LAS MADRES DE LA DIÁSPORA VENEZOLANA TIENEN UN PASADO

DE LO RAZONABLE: ¿ES NEGOCIO UNA AREPERA?