EL DÍA QUE COMPROBÉ QUE SOY ESTÚPIDO
Esta historia tiene un año, pero siempre la quise contar por divertida.
Buscábamos en donde vivir y que estuviese amoblado. Sylvia estaba haciendo una diligencia en la embajada italiana y ve por la zona un letrero de se alquila. Pregunta a alguien que casualmente está saliendo y esa persona, venezolana por casualidad, le dice que son apartamentos sin amoblar pero que el dueño tiene otros en un lugar cercano. Sylvia llama al dueño y él le dice que casualmente está cerca y que pueden encontrarse. Se encuentran en el nuevo lugar y el dueño llega en bicicleta. Sylvia ama el apartamento, así que el viernes voy yo en la tarde a verlo con ella. Nuevamente nos lo muestra el dueño, que llega en bicicleta.
Hacemos negocio y quedamos en vernos la semana siguiente en una notaría que él nos indica.
Vamos a la notaria. No tenemos cuenta bancaria porque nuestro estatus es de turistas. Vamos con el dinero en efectivo. El mes adelantado, la garantía y la comisión. En efectivo.
Llegamos a la notaría y llega el dueño. Llega en bicicleta.
Tengan paciencia, que esto está a punto de ponerse bueno.
Le pagamos, firmamos un papel y el dueño nos dice que quien debe firmar es su Papá que está en Italia. Nos pide que le dejemos el contrato firmado para que su Papá lo firme a la vuelta. Luego nos dice que nos veamos al día siguiente en la tarde en el apartamento para que nos haga la entrega formal.
Sylvia y yo no cabemos de felicidad y nos vamos a casa de mi hermana, que hasta ese momento ha sido nuestra paciente anfitriona.
Mi hermana me mira estupefacta y me dice:
- ¿Pagaste en efectivo?
- ¿No te dio contrato?
- ¿No te dio la llave?
- ¿Siempre llegaba a las citas en bicicleta, así que no sabes en donde es su oficina?
- ¡¿Coño, al menos sabes en donde ubicarlo más allá de whatsapp?! ¿¡Coño, cómo sabes que no acabas de alquilar un apartamento que ya tiene inquilinos y que cuando llegues te los vas a encontrar viendo televisión en su casa!?
Agacho la cabeza y le digo:
- Se veía buena gente.
No duermo. A la mañana siguiente me voy a la universidad derrotado. Nunca antes había tenido una confirmación tan clara de que soy estúpido.
Sylvia y yo llegamos a las 4pm, hora acordada, al apartamento. Tocamos el timbre. Son los segundos más largos que he vivido en mucho tiempo. Él sale sonriente y nos hace pasar. Nos dice:
- Perdonen por no tener flores de recibimiento. No me dio tiempo de comprarlas.
Allí hemos vivido un año maravilloso. Nuestra casa nació desde la credulidad, acepto que muy inocente, de que la mayoría de los seres humanos son honestos.
Comentarios
Como dicen, Dios premia al buen hijo.
Pero asi somos los venezolanos solo vemos la cara y nos damos cuenta si parece buena gente o no!
Asi somos los venezolanos, vemos a la cara y definimos si parece o no buena gente.
Gracias por compartir las bonitas experiencias ��
Y si (perdón) somos estúpidos por ver la car de buenas gentes... Saludos donde quiera que estès y Dios les bendiga!