LA SIEMBRA DE OSMAR

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Mi esposa y yo hemos logrado, a lo largo de los 8 años que tenemos en la Isla de Margarita, un Hub que llamamos Valle de Dumel y que arropa nuestros tres proyectos: La escuela de cocina y gerencia Instituto Culinario y Turístico del Caribe, el Restaurante El Langar de Sumito y la Fundación Fogones y Bandera.

En diciembre pasado, acostados hablando sin parar como tanto hacemos, comentábamos que no sólo habíamos crecido nosotros sino la gente que nos acompañaba. Algunos en autoestima, otros salarialmente, otros por estar haciendo lo que siempre habían soñado como proyecto de vida, otros por tener empleo seguro luego de muchos traspiés, otros por ascensos.

Nuestra conclusión fue que era una verdad a medias. Los dos lavaplatos y el jardinero estaban signados a estar anclados en sus puestos y con sueldos mínimos cuyo aumento dependía de una decisión gubernamental mediante decreto de ley.

En el caso de los lavaplatos no era tan complejo de resolver. Se les plantearía que buscaran entrenarse en la cocina o sala para que, de ellos querer, pudieran entrar a la estructura cuando se abriera un cargo. Obviamente dependiendo de su disposición y ganas de aprender. Uno tampoco debe asumir que la gente es infeliz en el puesto en que está.

Lo que si es importante es no ser uno la traba para el crecimiento de alguien del equipo.

Mi esposa Sylvia, que es la persona más clara (y coherente con lo que cree) que conozco, es de pocas palabras. Esa noche me dijo: Osmar sabe sembrar y nosotros tenemos terreno, lo que debemos hacer es impulsarlo para que su oficio sea su negocio.

Y así inició el proyecto LA SIEMBRA DE OSMAR. Pusimos al equipo de la Fundación a trabajar: diseñador, fotógrafa, periodista para hacerle las entrevistas a el y sus dos hijas, estructura de costos, micro-inversión inicial, etc.

Estos tres meses ha sido muy emocionante leer en sus ojos la ilusión del proyecto y ver las niñas llegar a Valle de Dumel luego de clases para ayudarlo a sembrar y hasta pintar los materos con huellas de sus manos pintadas en ellos.

ESTE MIÉRCOLES 12 DE ABRIL EN NUESTRO LUGAR DE LA ASUNCIÓN (ISLA DE MARGARITA) ABRE "LA SIEMBRA DE OSMAR" PARA QUE USTEDES PUEDAN COMPRAR PLANTAS COMESTIBLES, AROMÁTICAS Y DE ORNAMENTO.


En conversaciones que tuvo Inés Ruíz, directora de la Fundación, con las niñas les sacó este par de frases maravillosas:

"El sol ilumina las hojas de las matas. En la noche se ponen tristes. El sol hace que sean felices".

"Las matas de mi papá son como los niños.  Son pequeñas, divertidas. Con  amor crecen y tienen hijos,  que son frutas"


Anexo la nota de prensa que estamos mandando para que nos acompañen:


Sembrar en sus hijas amor por la tierra es el sueño de Osmar Silva desde que se hizo padre. Para él trabajar en un jardín es una forma divertida de acariciar la vida y un oficio digno que  siempre garantiza alimentos para la casa.

Osmar ama la tierra desde que tenía 9 años. Su bisabuelo, Erasmo López, tenía el Conuco Santa Marta de Fermín en el cerro  La Aguada, del municipio Arismendi y fue precisamente allí donde desde niño aprendió a sembrar  maíz, yuca, berenjena, ají margariteño, pimentón, orégano, plátano y quimbombó, entre muchos otros.  Cada fruto del conuco era un manjar en las manos de su madre  Silvia Silva y de su abuela Irma López, a quienes religiosamente entregaban parte de la cosecha. 

Limpiar el terreno,  hacer semilleros, sembrar en luna menguante, regar sin sol y hablarles diariamente a las matas para garantizar una linda flor y un  buen fruto son las tareas aprendidas de su abuelo. Hacerlo con amor,  paciencia y respeto  ha sido la fórmula para disfrutar el oficio de jardinero que le  ha permitido educar a Osmary, Yulieth  y Oscarli,  a quienes desde muy pequeñas les divierte estar con papá y regar matas, echar escardilla, podar hojas, cortar flores y cosechar  frutos.  Para ellas es una gran fiesta cuando llega el día de agarrar la berenjena, el orégano,  el ají o el pimentón.

Para Osmar el Jardín en las tierras de  Valle de Dumel, es un sueño hecho realidad, que lo conecta con la niñez,  pues en estos mismos  terrenos comió mango y bebió jugo de caña hasta la saciedad. Materialización de un sueño que sin duda le permitirá dejar un legado a sus hijas.

Sembrar matas, vender sus frutos o vender  plantas pequeñas que puedan crecer en distintos hogares es una manera de regalar vida, una espiral infinita que se mueve al ritmo de la luna. Es por esta razón que si compras una mata para llevarla a casa, Osmar siempre te dirá: cuídala, que es un ser vivo, riégala, que el agua la alimenta y dale sol que  necesita su energía. Si sigues estas indicaciones verás  alegría verde en tu casa.

Si por alguna razón la mata que llevas se pone triste, entonces tienes la opción de llamar a Osmar y  seguramente responderá: “búscame,  que yo veo qué le puedo hacer a mi matica”.

Comentarios

Sybil Caballero Cubillán ha dicho que…
Sabemos q la historia de Osmar es la de un padre ejemplar. Alguien que siembra los valores de amor, la constancia y la preseverancia. Gracias Sumito por regalarnos estas historias q nos inspiran

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